Francisco ya mira al Año Santo del 2025
El 2024 estará marcado por la preparación del Jubileo. El Papa lidiará también con las relaciones con China, la sinodalidad o sus problemas de salud
El próximo 13 de marzo el Papa cumplirá doce años de pontificado. Sin embargo, a pesar de la artrosis que arrastra en la rodilla derecha y que le impide desplazarse sin ayuda de un bastón o de la silla de ruedas, no tiene intención de aminorar el ritmo de su agenda ni de reducir compromisos.
Preparaciones del Jubileo
Arrancó el 2024 como «un peregrino de esperanza» —tal y como anunció en la tradicional bendición urbi et orbi del día de Navidad— en marcha hacia el Jubileo del año próximo. De hecho, estos meses serán para todos en el Vaticano un tiempo de preparación. Todavía no hay fecha concreta, pero está previsto que el Pontífice inaugure el Año Santo antes de diciembre con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, un rito solemne que se remonta al año 1500. Los organizadores estiman que unos 30 millones de peregrinos participarán en el multitudinario evento, para el que el Ayuntamiento de la capital italiana ha presupuestado 1.800 millones de euros en obras para renovar la ciudad.
Problemas de salud
A sus 87 años, Francisco se ha convertido en uno de los Papas más longevos de la Iglesia. Goza en general de buena salud, pero los achaques típicos de su edad han trastocado sus planes en más de una ocasión. El año pasado estuvo dos veces ingresado en el Policlínico Gemelli de Roma. En marzo, por las complicaciones derivadas de una infección respiratoria, y en junio, para operarle de una hernia abdominal que amenazaba con obstruirle el intestino. Además, en noviembre se vio obligado a cancelar su viaje a la COP28 en Dubái por una gripe. Lo más visible son sus problemas de movilidad. Por eso, los viajes al extranjero supondrán un gran desafío logístico y de organización para este nuevo año. Francisco ya ha visitado 61 países en 44 viajes fuera de Italia. Su predilección por las periferias geográficas del mundo marcará su agenda exterior del 2024. En varias entrevistas ha revelado su deseo de visitar la Polinesia, Kosovo, Papúa Nueva Guinea, Argentina y Timor Oriental. Francisco había planeado su viaje al país asiático en 2020, pero tuvo que posponerlo debido a la pandemia de COVID-19. Timor Oriental es el país más católico de Asia —el 97 % de sus 1,4 millones de habitantes son católicos—, mientras que el 26 % de los diez millones de habitantes de Papúa Nueva Guinea son católicos. Francisco lleva tiempo deseando visitar estos dos países de la periferia del mundo. También se espera que el Santo Padre visite finalmente su patria, Argentina, pero la complicada situación económica y política del país y el nuevo cambio de Gobierno han puesto en duda ese viaje.
Relaciones con China
El 2024 será clave para la cuestión de las relaciones con China. Antes de octubre de 2024, Francisco tendrá que decidir si prorrogar con las mismas condiciones el acuerdo provisional rubricado en 2018 para el nombramiento de obispos de mutuo acuerdo con la República Popular China. El nombramiento del obispo Shen Bin, designado de forma unilateral por China como nuevo prelado de Shanghái, terminó de erosionar la confianza de la Santa Sede, que expresó públicamente su «sorpresa y pesar» a través de un comunicado en el que también destacó la falta de respeto al «espíritu de diálogo» recíproco. Además, su viaje a Mongolia, situado geográficamente entre Rusia y China, supuso otro traspiés diplomático difícil de limar. Francisco estuvo cuatro días en el país asiático, pero no tuvo la oportunidad de reunirse con ningún obispo ni fiel chino, a quienes el Gobierno de Xi Jinping denegó expresamente el permiso para poder cruzar la frontera.
Sinodalidad en la Iglesia
Francisco también presidirá la segunda y última sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad en octubre de 2024, una cita culminante de su compromiso por reformar la Iglesia católica y llevarla a un nuevo camino misionero. En la pasada sesión, en octubre —que duró cuatro semanas— participaron 464 miembros, entre obispos y laicos, de los que 364 tuvieron derecho a voto, incluidas 54 mujeres por primera vez. Mientras tanto, los obispos del mundo ya tienen sobre sus mesas de trabajo las instrucciones para reflexionar sobre el documento de síntesis y así proponer consultas y contribuir a las discusiones futuras. En todo caso, el Papa tendrá la última palabra para avalar o no las conclusiones que pondrá este foro encima de la mesa.
En su discurso más geopolítico del año, el Papa tildó el pasado lunes los ataques a civiles en Ucrania y Gaza de «crímenes de guerra» tras rechazar que sean considerados como «daños colaterales». Refiriéndose al conflicto en Oriente Medio, solicitó «un alto el fuego sobre todos los frentes», incluso en el Líbano, y la liberación de todos los rehenes capturados por Hamás. Francisco también mostró su preocupación por la situación en Nicaragua ante la brutal persecución del régimen de Daniel Ortega a obispos y sacerdotes. Además, tras apelar a una política de desarme mundial, exigió «un mayor compromiso» con el derecho humanitario y abogó por la constitución de un fondo mundial para eliminar de una vez por todas el hambre.
Para el Papa el camino hacia la paz pasa por la defensa de la vida. Por eso deploró la gestación subrogada, que ofende «gravemente la dignidad de la mujer y del niño» y se basa en «la explotación de la situación de necesidad material de la madre». En este marco, pidió que la comunidad internacional se comprometa a «prohibir universalmente esta práctica». Finalmente, señaló las limitaciones del nuevo Pacto sobre la Migración de la UE en relación «al reconocimiento del derecho de asilo y al peligro de detención arbitraria».