El Programa Mundial de Alimentos cancela la ayuda a Siria por falta de fondos
«No es posible que el mundo entero abandone al pueblo sirio. ¿Qué hemos hecho mal para que se nos condene a morir?», pregunta Jacques Mourad, obispo de Homs
«Estamos verdaderamente acabados», lamenta en declaraciones a Vatican News Yagop (Jacques) Mourad, el obispo sirocatólico de Homs (Siria) ante la decisión del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de cancelar a partir del 1 de enero la entrega de ayuda humanitaria en el país. Ya en junio del año pasado, el PMA anunció que reduciría en un 45 % el número de beneficiarios durante los meses siguientes por falta de financiación debido a la pandemia de COVID-19 y la guerra de Ucrania.
«Tomamos la decisión de estirar los extremadamente limitados recursos para priorizar a tres millones de sirios incapaces de llegar de una semana a otra sin ayuda alimentaria». La alternativa era «continuar con la asistencia a 5,5 millones de personas y quedarnos completamente sin comida para octubre», justificó entonces la agencia de la ONU en un comunicado.
El Plan de Respuesta 2023 de Naciones Unidas para el país apenas había recaudado en esa fecha el 12 % de los fondos requeridos: unos 628 de 5.400 millones de dólares. Durante los dos años previos, la falta de medios había obligado al PMA a tomar medidas como la reducción de las raciones hasta la mitad de la cantidad estándar. «Es imposible reducir más las raciones, nuestra única solución es reducir el número de receptores», recordó el director del PMA para Siria, Kenn Crossley. Y, ahora, dejarlo a cero.
«El mundo nos abandona»
«No es posible que el mundo entero abandone al pueblo sirio. ¿Qué hemos hecho mal para que se nos condene a morir?», se pregunta el prelado, ordenado obispo en marzo del año pasado. La cancelación de la ayuda del PMA se produce mientras Siria pasa por su momento de mayor crisis desde el estallido de la guerra hace casi 13 años, con doce millones de personas sufriendo inseguridad alimentaria grave. En enero de 2023 el propio PMA alertó de que los niveles de hambre habían llegado a su máximo desde 2011. En un país con un 90 % de la población bajo el umbral de la pobreza, las cifras del PMA revelaban que el 70 % de la población podría tener problemas para poner alimentos en su mesa.
«Ya hay muchas familias sirias que comen solo una vez al día. Hemos olvidado lo que es la calefacción» ante la imposibilidad de comprar combustible o leña. «Vivimos en una oscuridad total, las ciudades de Siria están sin luz. Los barrios ricos, con solo el 5 % de la población, no son representativos de la situación del pueblo sirio».
Sigue hablando de oscuridad, esta vez metafórica, al asegurar que «esta decisión se ha tomado para arrojar al pueblo sirio a la más completa desesperación, para apagar toda luz que pudiera permanecer encendida gracias a nuestra fe y gracias a la esperanza». La Iglesia y las ONG se esfuerzan, pero «no pueden cubrir todas las necesidades», alerta Mourad; «su capacidad de financiación es limitada». Y se enfrenta también al obstáculo de «las sanciones impuestas por Estados Unidos y la ONU», por las cuales «hacer llegar dinero a Siria es imposible».
Esto le lleva a preguntarse «¿cómo lo hacemos? ¿Cómo puede vivir el pueblo sirio?». «Es una decisión terrible e injusta», prosigue el arzobispo, que se pregunta por qué se ha llegado a esta situación. «Para nosotros es como si el mundo dijera al pueblo sirio “están condenados a morir, sin levantar la voz, sin decir nada”. ¿Y por qué? ¿Qué culpa tiene el pueblo sirio?». Su esperanza es que la UE adopte una posición clara, dictada por «una sensibilidad humana y sincera».