Chile no logra aprobar una nueva Constitución
Después de cuatro años de proceso y de dos referéndums que rechazaron sendas propuestas de signo contrario, la Carta Magna actual sale fortalecida, asegura uno de los redactores del último texto
«Creo que es una experiencia inédita» que un país rechace dos proyectos de Constitución bastante diferentes en menos de año y medio. El no en referéndum a una segunda propuesta, el 17 de diciembre, puso fin a la iniciativa, lanzada tras la violenta oleada de protestas en 2019 para sustituir la Carta Magna de tiempos de Pinochet —ya ampliamente reformada—. La rareza de lo ocurrido es casi lo único en lo que coinciden el político Luis Alejandro Silva, que participó en la redacción de la última, y el obispo Juan Ignacio González Errázuriz, que lideró un grupo para representar a las religiones en este itinerario. Él cree que estos años han dejado a Chile «igual o peor, en una situación de estancamiento» e «inestabilidad». Silva, en cambio, cree que han sido «un profundo aprendizaje sobre nosotros como sociedad y sobre el significado de la democracia». Valora, sobre todo, que tras un estallido que «suscitó pasiones fuimos capaces de encauzar esa fuerza en un proceso civilizado que nos deja en un clima de bastante tranquilidad».
El político recuerda que, al principio, el 78,3 % de votantes apoyó cambiar la Constitución. Sin embargo, la primera Convención Constitucional «fue tan lejos» en su enmienda a la totalidad al sistema, «con una propuesta tan identitaria» de izquierdas, «que se rechazó». Entonces el conservador Partido Republicano, del que es miembro, logró la mayoría en una segunda convención. No apoyaban reemplazar la ley fundamental, pero decidieron «trabajar seriamente por un proyecto mejor: un texto respetuoso con nuestra tradición y que, por otra parte, sintonizara con las demandas sociales» buscando el consenso. La principal apuesta era reducir la fragmentación del Congreso. También recuperaron la alusión al no nacido de la Constitución vigente, ausente en la propuesta previa. A pesar de que según el Tribunal Constitucional es compatible con la ley del aborto, la izquierda lo aprovechó para hacer campaña en contra.
Tampoco contaron con el apoyo de toda la derecha, añade Silva. Un sector prefería la Constitución actual. Algunos votantes pensaron por error que —como en septiembre de 2022— la derecha pedía el rechazo. Un tercer grupo, paradójicamente, votó en contra como castigo al Gobierno de izquierdas. Y había votantes que rechazaban las partes innovadoras. Aunque este político cree que su propuesta «era una buena combinación», el rechazo —menor que al primer texto— no le parece dramático ya que «robustece» la Carta Magna vigente. «Espero que el Congreso introduzca las reformas que eran comunes a ambos».