«Tú conoces sus rostros», la oración del Papa a la Inmaculada por quienes sufren la guerra, la violencia y las adicciones
En la romana plaza de España, Francisco ha pedido a los pies de la Virgen la paz en Israel, Palestina y «el atormentado pueblo ucraniano»
«Madre, vuelve tus ojos de misericordia sobre todos los pueblos oprimidos por la injusticia y la pobreza, probados por la guerra; mira al atormentado pueblo ucraniano, al pueblo palestino y al pueblo israelí, sumidos de nuevo en la espiral de la violencia», ha dicho el Papa en la tarde del 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, frente a la imagen de la Virgen que corona la romana plaza de España y que cada año Francisco venera.
A la espera de la llegada del Pontífice, una banda de música llevaba horas tocando en la plaza. Mientras tanto, Francisco tuvo tiempo para acercarse a la basílica de Santa María la Mayor y ofrecer bajo el icono de Salus Populi Romani, la patrona de Roma, una rosa de oro. Es una costumbre papal instaurada por Julio III en 1551 y que subraya la conexión del Papa con la Virgen.
Tras el regalo a María, Francisco se ha dirigido en coche oficial a la plaza de España, donde le ha recibido Roberto Gualtieri, alcalde de la ciudad, y el cardenal Angelo de Donatis, vicario de Roma. Después, dos mayordomos vaticanos han hecho una ofrenda floral a la Inmaculada Concepción con un coro de fondo. Era una tarde fría pero en la que el Papa ha podido sin embargo pronunciar entera su oración al haberse recuperado levemente de su bronquitis aguda.
Ayuda para las mujeres
El Pontífice ha confiado a la Virgen «a tantas madres que, como tú, están de luto. Madres que lloran a sus hijos asesinados por la guerra y el terrorismo». Aunque no solo ha rezado por quienes sufren las consecuencias de los conflictos armados: se ha acordado también de las madres que luchan por «desatar» a sus hijos «de las ataduras de la adicción y las que velan por ellos en una larga y dura enfermedad». Ha pedido además a la Virgen ayuda para otras mujeres, especialmente quienes «han sufrido violencia y a las que todavía son víctimas de ella, en esta ciudad, en Italia y en todas las partes del mundo».
Confiando en el amor de la Inmaculada Concepción, Francisco ha solicitado la protección de María a sus hijos porque «los conoces uno a uno, conoces sus rostros». Le ha rogado que seque «sus lágrimas y las de sus seres queridos». «Y ayúdanos a hacer un viaje de educación y purificación, reconociendo y contrarrestando la violencia que acecha en nuestros corazones y mentes y pidiendo a Dios que nos libre de ella», ha añadido.
Finalmente ha solicitado ayuda a la Madre para que muestre a todos los cristianos «el camino de la conversión, porque no hay paz sin perdón ni perdón sin arrepentimiento». «El mundo cambia si cambian los corazones y cada uno debe empezar por el suyo», ha concluido. Después se ha desplazado en silla de ruedas para saludar a romanos y autoridades reunidos en la plaza.
Un año del sollozo del Papa
Aunque este año Francisco también se mostró emocionado, no rompió a llorar como sí le ocurrió en 2022. Entonces, al pedir por la paz en Ucrania no pudo evitar sollozar y confesarle a María: «Virgen Inmaculada, hoy me hubiera gustado traerte la acción de gracias del pueblo ucraniano por la paz que desde hace mucho tiempo pedimos al Señor. En cambio, todavía tengo que presentarte la súplica de los niños, de los ancianos, de los padres y madres, de los jóvenes de esa tierra torturada. Pero en realidad todos sabemos que estás con ellos y con todos los que sufren, como lo estabas en la cruz de tu Hijo».