La ONG Adopta un Abuelo quiere paliar la soledad de los mayores en Navidad
Ha lanzado la iniciativa Una Carta para un Abuelo para que los mayores que están solos reciban un detalle de cariño y ánimo
Cada 5 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Voluntarios, una iniciativa de Naciones Unidas que sirve para que los voluntarios y las organizaciones celebren sus logros, compartan sus valores y promuevan su labor. Según datos de la ONU, el número mensual de voluntarios mayores de 15 años asciende a 862,4 millones de personas en el mundo. Más de 5.000 de estos voluntarios han participado en la ONG Adopta un Abuelo, que nació de la mano de Alberto Cabanes en 2016 con el objetivo de conectar generaciones para paliar la situación de soledad de los mayores y rendirles el tributo que se merecen.
Esta Navidad, Adopta un Abuelo llevará a cabo de nuevo la iniciativa Una Carta para un Abuelo para acompañar a los mayores que este año no van a recibir ninguna felicitación navideña. Todo el que lo desee se puede inscribir en la web www.unacartaparaunabuelo.org y desde la organización se le responderá, de forma novedosa, con la identidad del abuelo al que le tiene que escribir. Así, el remitente podrá conocer mejor a su destinatario y le será más fácil escribir la carta. Ángeles pone rostro este año a la campaña de recogida de cartas, un «mensaje de cariño y de ánimo» con el que «habrás regalado una sonrisa a tu abuelo». Y, además, se pueden escribir tantas cartas como se quiera. «Gracias por alegrar la Navidad a las personas mayores», concluye.
Las experiencias de otros años desvelan la emoción de los abuelos a los que les llega su misiva. «Es el único regalo que recibo», o «me ha hecho muy feliz en este momento» son algunas de sus reacciones. Hay incluso quien se animaría a encontrarse con la persona que le envía la carta: «¿Y no la puedo conocer?».
Un 60 % no recibe visitas
Según los datos recogidos por la ONG, en España hay más de 360.000 personas que viven en residencias; de ellas, el 60 % no recibe visitas. De esta carencia se dio cuenta Alberto tras la experiencia que tuvo en la residencia de su abuelo. Cuando este murió, entabló una amistad con el mejor amigo de su abuelo, Bernardo, que prácticamente le cambió la vida. Dejó su trabajo en una gran multinacional y empezó a conectar a gente joven con gente mayor para que los fueran a visitar a las residencias.
Así surgieron historias como la de Iván y Mariano. El primero se apuntó como voluntario a través de su empresa, y acude todas las semanas a visitar a «su abuelo» a una residencia de Navalcarnero (Madrid). Además de hablar de todo tipo de cuestiones, desde política hasta fútbol, aprovechan para salir de la residencia y tomarse el aperitivo. «Para mí, ver a Iván y pasar un ratito con él es lo más grande», resume Mariano.