Taghi Rahmani: «Mi mujer pasó varios días grave sin que la llevaran al hospital»
Llevan 20 años casados, pero solo han podido estar juntos cinco por las continuas condenas de ambos a prisión en Irán. La mujer de este periodista y activista en el exilio, Narges Mohammadi, recibirá el Premio Nobel de la Paz el 10 de diciembre
¿Espera alguna mejora en la situación de Narges después del Premio Nobel?
La República Islámica de Irán es un régimen impredecible capaz de no dar importancia a este premio. Pero no perdemos la esperanza y hacemos de todo para que pueda ser liberada, curada y vaya personalmente a recogerlo.Mi mujer tiene un problema coronario. Tiene oclusiones arteriales que en ocasiones superan el 50 %, ha tenido problemas de neumonía y parálisis muscular en el pasado y debe recibir atención médica urgente. En la cárcel se ha negado a ponerse el velo para ir al hospital y pasó varios días grave sin que la llevaran. Finalmente, tras una huelga de hambre, la trasladaron sin velo pero con vigilancia y después de vuelta a la celda. Sin el premio quizá no habríamos conseguido que saliera de la cárcel y fuera al hospital sin el velo. También el hecho de escribir varias cartas desde prisión seguramente habría conllevado castigos más severos. Pero nuestro objetivo es su liberación.
¿A qué organismos la están pidiendo?
Hemos tenido contacto con varios, como Amnistía Internacional, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, un comité de investigación de la ONU, la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo y diferentes organizaciones. También con la opinión pública iraní, que dentro del país se expresa a través de peticiones y cartas abiertas donde han pedido su liberación. Pero aspiramos a que las organizaciones de derechos humanos y la sociedad civil de los países occidentales pueden llevar el mensaje a los gobernantes que dialogan con la república islámica.
El año pasado hubo un fuerte movimiento de protesta tras la muerte de Mahsa Amini, detenida por llevar mal puesto el velo. Muchas mujeres dejaron de ponérselo y esto empujó a una represión muy fuerte. ¿Cuál es la situación un año después?
No se puede decir que la represión haya conseguido destruir este movimiento. Ha conseguido controlar las manifestaciones, pero la resistencia ha penetrado en la sociedad civil. Es como la sangre que, desde las venas más grandes, entra en los capilares. Ahora deben volver a hacerse escuchar. Evidentemente, no hemos llegado al resultado final que deseamos. Irán es un país que ha tenido varios movimientos de protesta en los últimos 60 años, con una media de un movimiento importante cada diez, y somos conscientes de que un movimiento grande que vence es resultado de varios movimientos pequeños. Sabemos que sucederá, que hay defectos que debemos corregir y debilidades que debemos superar, pero el movimiento sigue.
¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta la resistencia democrática? ¿Corre el riesgo de corromperse?
Siempre existe ese peligro. Lo que consigue disminuirlo es la fortificación de la sociedad civil, que se logra con la creación de organizaciones. Todavía no se ha conseguido por culpa de la represión. Pero a veces los regímenes totalitarios permiten en algún momento un poco de apertura y respiro. Ahí es fundamental que la sociedad logre organizarse con asociaciones de juristas o cineastas, organismos independientes, y consigan trabajar entre ellos. En este momento está surgiendo una sociedad civil con sus potencialidades. Estoy convencido de que, si nos esforzamos, lograremos que estas entidades sean la fuerza del futuro y crear liderazgos dentro del país. Los líderes que tenemos ahora no nos sirven.
¿Ve viable en algún momento regresar a Irán?
Si vuelvo a Irán, seguramente acabe en la cárcel como mi mujer. Pero no pierdo la esperanza y espero hacerlo pronto. Sabemos que el régimen iraní es un régimen duro y no queremos eludir que será difícil derrotarlo. Pero eso no significa que no pongamos lo mejor de nuestra parte y demos la batalla para conseguirlo. Los sucesos históricos nos han hecho entender que puede ocurrir cualquier cosa imprevista que cambie el escenario. Irán es un país fuerte en el ajedrez geopolítico de la región y hará todo lo posible para que la lucha por la democracia sea debilitada. Pero todos los dictadores están destinados a caer y antes o después estos tendrán que levantar el campamento.