Frédéric Pons: «Europa debe recordar que Armenia es una parte de ella»
Que la UE mire hacia otro lado respecto a la limpieza étnica en Nagorno Karabaj es «un error frente a la historia», afirma este periodista francés
El conflicto en Tierra Santa «está borrando de los medios y de la agenda política a Armenia» y la crisis de la región de Artsaj (Nagorno Karabaj), en Azerbaiyán, habitada por armenios hasta que el 20 de septiembre sus autoridades se rindieron ante la última ofensiva azerbayana. El periodista francés Frédéric Pons, experto en la región, que acaba de publicar en su país el libro ¿Desaparecerá Armenia?, considera «preocupante» esta falta de atención de la comunidad internacional, que «deja el campo abierto al deseo expansionista de Azerbaiyán y su aliado turco».
¿Cuál es la situación actual?
La realidad es trágica para los cristianos de Artsaj. Más de 100.000 de ellos, de 120.000 habitantes, tuvieron que huir de sus hogares y de sus tierras, a menudo sin llevarse nada consigo. En Goris, en el sur de Armenia, he visto a decenas de familias hacinadas en coches cargados de colchones, de menaje y de ropa: toda su vida. Era doloroso ver su fatiga física y su angustia psicológica. Suponen que nunca volverán a sus hogares. Mientras, se anima a los azerbaiyanos a establecerse en las aldeas abandonadas. Se les entregarán terrenos vacíos y nadie podrá recuperarlos.
¿Cuánta población armenia queda en Nagorno Karabaj?
Es difícil calcularlo. Las autoridades azerbaiyanas no han proporcionado ninguna información fiable. Sin embargo, sabemos que todavía hay personas mayores o demasiado débiles para viajar, unos cientos como máximo. El invierno promete ser muy duro tanto para ellas como para los desplazados, que tendrán que vivir en condiciones muy precarias.
¿Se han podido comprobar las acusaciones contra Bakú por violaciones de los derechos humanos?
No es fácil verificar todo en detalle, pero la primera gran violación de los derechos humanos fue el bárbaro bloqueo del corredor de Lachin. La segunda es la limpieza étnica y religiosa, que el derecho internacional condena claramente. A esto se suma la violencia continua, toda ella documentada. Todas las guerras entre Armenia y Azerbaiyán han mostrado los métodos bárbaros de algunos soldados azerbaiyanos, alentados por los comentarios de odio de sus propios líderes. En Bakú, se suele comparar a los armenios con «perros» e «insectos» que deben ser eliminados del Cáucaso. Muchos funcionarios de Artsaj fueron encarcelados, lejos del escrutinio de los medios y en medio de un completo silencio por parte de la comunidad internacional. Nadie sabe exactamente su estado de salud ni el destino legal que les espera. Sin información sobre ellos, solo podemos preocuparnos.
El Papa Francisco ha expresado también su inquietud por los lugares de culto.
Están claramente amenazados. Algunos vídeos muestran atropellos en cementerios cristianos, como la rotura de cruces. Este deseo de destrucción tiene como objetivo negar el carácter armenio de la región, erradicar los signos de cualquier presencia cristiana. Hay precedentes, como la destrucción de lugares cristianos en Turquía o la desaparición de iglesias en la región azerbaiyana de Nakhchivan, antes cristiana, que hacen temer lo peor.
¿Qué impacto puede tener para Armenia la llegada de decenas de miles de refugiados?
Esta nación está profundamente desestabilizada. La población está descubriendo que su país se encuentra aislado, debilitado, sin un aliado sólido. No comprende cómo Artsaj pudo haber sido abandonada tan rápidamente, lo que alimenta el descontento. La afluencia de los desplazados pesará mucho sobre el ya reducido presupuesto para partidas sociales. Podemos esperar una grave crisis y un resurgimiento de la emigración, especialmente entre los jóvenes, que no ven futuro en su tierra.
Corren incluso rumores sobre una invasión de Azerbaiyán de territorio estrictamente armenio.
Estos temores están bien fundados. El régimen de Bakú niega el carácter armenio de regiones enteras de Armenia. Reivindica abiertamente el control del sur del país, Syunik, al que ya ha rebautizado con el nombre azerí de Zanguézour. El presidente Ilham Aliyev se encuentra en una posición de fuerza. Solo espera el momento adecuado para actuar. Su objetivo es económico: quiere garantizar la continuidad territorial entre Azerbaiyán y Turquía para pasar nuevos gasoductos y oleoductos. Pero también es un objetivo de civilización. Bakú no oculta su ambición de borrar del mapa a los cristianos del Cáucaso, como ocurrió en Anatolia (actual Turquía) en 1915.
Se ha hablado mucho de la inacción europea debido al petróleo de Azerbaiyán. ¿Qué importancia debería tener Armenia para Europa?
Europa mira hacia abajo ante Azerbaiyán para satisfacer sus necesidades energéticas inmediatas a bajo coste. Es un error frente a la historia y frente a sus responsabilidades. Europa debe recordar que Armenia es una parte de ella misma situada en el Cáucaso. Es una avanzadilla de la Europa de las libertades y de los valores humanistas, sean cristianos o no. Bajar la mirada ante la fuerza bruta, a menudo acompañada de la barbarie, es negar lo que somos en lo más profundo de nuestra identidad, es vender la herencia recibida y preparar un mañana difícil a las nuevas generaciones. Dejar caer a Armenia también significa alentar a todos los portadores de odio del mundo.