«Somos la comunidad de los necesitados de misericordia»
José Cobo ha presidido su primera Misa como cardenal en el Pontificio Colegio Español de Roma acompañado por los cardenales Osoro y Blázquez y los obispos auxiliares de Madrid
El ya cardenal José Cobo ha presidido este domingo su primera Misa como purpurado en el Pontificio Colegio Español San José de Roma rodeado por los peregrinos de Madrid que han viajado hasta Italia para acompañarlo. Ha concelebrado la Eucaristía dominical junto a los cardenales Carlos Osoro y Ricardo Blázquez; los obispos auxiliares de su diócesis, Juan Antonio Martínez Camino y Jesús Vidal; el obispo de Tortosa, Sergi Gordo; y la comunidad del colegio español encabezada por su rector, Carlos Comendador.
Antes de comenzar la liturgia, el cardenal Cobo ha querido dirigir unas primeras palabras evocando la intensa jornada del consistorio y el saludo de los fieles y peregrinos de todo el mundo a los neocardenales, el conocido como «saludo de calor».
Ha deseado hacer «extensivo a toda la Iglesia» «el abrazo de ayer que en la celebración nos dábamos entre los nuevos cardenales, un abrazo que tiene que ver con el afecto a esta casa, a todos vosotros, a los obispos, a los cardenales y a los que habéis venido a Roma». «Con esta sensación de afecto y abrazo vamos a prepararnos para esta celebración y vamos a hacerlo juntos», ha resumido.
Misión, tarea y vínculo
Después, ha comenzado su homilía dando las gracias a todas las personas que lo han acompañado hasta Roma para su creación como cardenal. Ha explicado que la ceremonia del consistorio es muy sencilla, pero importante y significativa porque en ella se conjugan tres importantes elementos: la misión, la tarea y el vínculo. La misión, ha dicho, llega de manos del Papa cuando coloca la birreta cardenalicia y recuerda a los nuevos purpurados que serlo significa que están dispuestos a derramar su sangre. La tarea es una diaconía «porque siempre Jesús da una misión, hace un signo de participación que colabora con el cuidado pastoral del Papa», ha asegurado. Por último, está el vínculo, simbolizado por el anillo: «Un vínculo con la sede apostólica de Pedro que luego se intercambia en un abrazo y que continúa con el abrazo a todos los cardenales, porque el abrazo siempre es comunitario. Y un vínculo que continúa con el abrazo al pueblo de Dios».
Pobres y últimos como modelo de conversión
El cardenal Cobo ha proseguido con su homilía asegurando que esos tres elementos se concretan en una función: acudir a la realidad de los últimos, «donde tendremos que vivir eso que llevamos en el corazón, porque Jesús nos coloca a los pobres y últimos como modelo de conversión y crecimiento en el discipulado».
«Los antihéroes son los que nos verifican la misión que ayer se recibió, porque son maestros de misericordia y de tocar tierra de lo que hemos vivido», ha destacado. Cobo ha insistido en que la misión es una tarea compartida que realiza la identidad de la Iglesia. Por eso, ha dicho que «esta misión común evita los personalismos que a veces pueden oscurecer nuestras misiones y evita una misión de Iglesia que se centra en pequeños grupos». También ha dirigido unas palabras a los miembros de la diócesis de Madrid que han acudido a Roma. Los ha animado a trabajar juntos como diócesis en la viña del Señor.
Dios prefiere a los que caminan, aunque se equivoquen
Refiriéndose a la lectura evangélica de este domingo, el cardenal arzobispo de Madrid ha explicado que Jesús propone a publicanos y prostitutas como modelo porque ellos buscan a Dios y su religiosidad no se ha convertido en una rutina. Así, Cobo ha invitado «a aprender a mirar a un Dios que prefiere a los que caminan, aunque se equivoquen y que se unen a la tarea con un corazón abierto. Lo de los publicanos y las prostitutas es porque se sienten necesitados y acogen a Dios. Ellos nos ponen delante la pregunta de hasta qué punto estamos necesitados de Dios».
Por último, el cardenal ha invitado a «dejar que nos evangelicen» todos los arrepentidos y necesitados, que serán «los que tiren de nosotros»: «No somos héroes, somos discípulos que hemos experimentado la misericordia de Dios. Es precioso decir que somos la comunidad de los necesitados de la misericordia de Dios».