Las mujeres iban con ellos, y les servían con sus bienes - Alfa y Omega

Las mujeres iban con ellos, y les servían con sus bienes

Viernes de la 24ª semana del tiempo ordinario / Lucas 8, 1-3

Carlos Pérez Laporta
Foto: Freepik.

Evangelio: Lucas 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Comentario

En el evangelio de hoy no sucede nada en concreto. No se narra ningún acontecimiento específico. No aparecen milagros de ningún tipo. Ni curaciones, ni multiplicaciones de panes. Tampoco aparecen discursos o lecciones, ni ninguna palabra explícita de Jesús.

Pero sería erróneo decir que no sucede nada. Quizá, de hecho, esté sucediendo lo más fundamental para la fe, lo que realmente importa detrás de cada milagro y cada palabra: Cristo presente en cada pueblo, dando esperanza en la vida cotidiana; Cristo como compañía diaria de hombres y mujeres, que caminan con Él, que gastan sus esfuerzos, su vida y su dinero en Él porque le están agradecidos. En definitiva, Dios con nosotros.

La mayor tentación del cristiano actual es su vida cotidiana: el mundo aguijonea las rutinas, la vida diaria, el esfuerzo de toda una vida entregada en las pequeñas cosas de día en día. No soportamos el aburrimiento. Buscamos con avidez fogonazos emotivos. Todo porque en la vida cotidiana, en el paso tranquilo del tiempo, somos incapaces de descubrir la presencia pacífica de Jesús. Que está cuando nos levantamos, nos acompaña en el camino a nuestras ocupaciones, que carga con nosotros el cansancio diario y nos espera en casa cuando llegamos cansados. Que su presencia sencilla y silenciosa anuncia el Reino de Dios en todas las pequeñas cosas. Porque si cada instante y cada ocupación han llegado a merecer su presencia, tienen un valor eterno.