Universidades e iglesias locales estudiarán a la familia
El Papa ha lanzado un programa entre universidades católicas e iglesias locales para promover estudios sobre la familia y evaluar el impacto de las medidas políticas y sociales que se toman en torno a ella
A Francisco le preocupa el invierno demográfico que asola Occidente: un panorama poblacional cada vez más envejecido, con muchas personas viviendo solas y sin niños. Pero también la poligamia en Asia, el machismo en América Latina, el individualismo, los que acaban anestesiados por la riqueza material, las parejas que conviven sin pasar por el altar o los que rechazan comprometerse para toda la vida. Su respuesta es el Family Gobal Compact, un programa para promover la familia entendida como «alianza insustituible e indisoluble entre el hombre y la mujer» frente a «formas más inestables de relaciones afectivas».
Se trata de una iniciativa promovida por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales que funcionará como una red compartida de acciones dirigidas a poner en diálogo la pastoral familiar con los centros de investigación sobre la familia presentes en las universidades católicas de todo el mundo. La Universidad Católica San Antonio de Murcia, la Universidad Pontificia de Salamanca, la Universidad de Navarra o la Universidad Ramon Llull serán algunos de los entes académicos españoles implicados.
«Lo primero es crear estudios universitarios capaces de evaluar el impacto de las medidas económicas, jurídicas y políticas que se toman sobre la familia; un factor que nunca se considera de impacto. Hasta ahora el individuo ha sido la única medida de referencia para el mercado, la política y los sistemas legislativos. Lo segundo es que las universidades lleguen —a partir de los resultados de su trabajo— hasta las instancias que toman las políticas públicas», asegura la subsecretaría del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Gabriella Gambino. Otra parte importante será la coordinación científica a través del apoyo de la Red Internacional de Institutos para la Familia, que reúne universidades católicas de Europa, América del Norte y América Latina, Asia y África, pero siempre bajo la guía del Vaticano. Esta estructura académica global convocará de forma periódica a los responsables de los centros universitarios para acordar los temas de trabajo, compartir las investigaciones y las metodologías docentes, así como para promover grupos de trabajo intercontinentales e interdisciplinares. «La globalización nos obliga a plantear el trabajo académico con un alcance mucho más amplio del que se había planteado hasta ahora. Esto podría también ayudar a impulsar la investigación universitaria en los países que cuentan con menos recursos y favorecer el nacimiento de nuevos centros e institutos familiares donde aún no los hay», incide Gambino. El Family Global Compact no contará con un presupuesto específico del Vaticano: «Uno de los aspectos que hay que trabajar es precisamente la capacidad de los centros para presentar proyectos de investigación y formación que puedan obtener financiación pública y privada. Se trata de mostrar el impacto positivo de las investigaciones y los beneficios que pueden derivarse de estos estudios cuando se trasladan al espacio público». Un flotador de esperanza frente a la falta de compromiso que domina la sociedad actual.