Francisco critica la dialéctica del enfrentamiento entre sexos porque «hace daño a la vida familiar»
Ha alabado el ejemplo de Armida Barelli, cofundadora de la Universidad del Sacro Cuore de Milán junto a Agostino Gemelli
Este sábado, un grupo de la archidiócesis de Milán, encabezado por su arzobispo, Mario Delpini, ha mantenido un encuentro con el Papa en la plaza de San Pedro. Los peregrinos han acudido a Roma para celebrar y agradecer el aniversario de la beatificación de Armida Barelli. La mujer, laica consagrada, fue una «adelantada a los tiempos del Concilio Vaticano II», en palabras de Francisco.
Barelli fue una auténtica pionera. Se dedicó desde muy joven a las obras de caridad, especialmente con los hijos de los presos. Se ocupó de los primeros grupos de Acción Católica Femenina en Italia, cofundó la prestigiosa Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán junto al doctor Agostino Gemelli y, además, dio vida al Instituto Secular de las Misioneras de la Realeza de Cristo.
«Fue una mujer generativa», que creó una red de grandes obras en toda Italia, «tejiendo contactos con todos», ha destacado Francisco al saludar a los numerosos fieles que participan en esta peregrinación. A partir del ejemplo de Barelli, el Papa ha abogado por la colaboración entre hombres y mujeres: «La mujer es custodia privilegiada de una generatividad que se puede llevar a cabo gracias al diálogo en reciprocidad con el hombre».
Polarizaciones y extremismos
«Por desgracia, hoy no faltan los ejemplos de signo contrario, es decir, de no generatividad. Hacen mucho daño a la vida familiar y se pueden observar también a nivel social en las polarizaciones y los extremismos que no dejan espacio al diálogo y tienen un efecto deshumanizador. No dejar espacio al diálogo, pensemos un poco en esto», ha lamentado Francisco haciendo alusión a la moda de enfrentar a ambos sexos.
El Papa se ha referido además a la cuestión del liderazgo femenino en la Iglesia, que es perfectamente compatible con la colaboración con lo masculino: «En este caso, es también la integración, la reciprocidad de las diferencias la que garantiza la generatividad».
El Pontífice ha asegurado que la Iglesia necesita un modelo integrado de liderazgo que «combine la competencia y la profesionalidad, normalmente asociadas con el papel masculino, con el cuidado de los vínculos, la escucha, la capacidad de mediar, trabajar en red y hacer crecer las relaciones, consideradas durante mucho tiempo como una prerrogativa del género femenino y, a veces, subestimada en su valor productivo».
Francisco ha dedicado palabras de alabanza a la beata Armida Barelli, una mujer que «ha contribuido a formar la conciencia civil de cientos de miles de jóvenes, entre ellos muchas mujeres». Por eso, ha señalado que hoy también se necesitan mujeres que «guiadas por la fe, sean capaces de dejar una marca en la vida espiritual, la educación y la formación profesional».
«La vida de Armida Barelli expresa la dinámica que nos permite contemplar cómo el Señor cumple cosas grandes cuando las personas se hacen disponibles y dóciles a su voluntad comprometiéndose con humildad, creatividad e iniciativa», ha concluido.