Nadia Coppa: «Se nos pide ser Evangelio, ¿por qué tenemos miedo?»
La presidenta de la UISG participó en la última jornada de la 52ª Semana Nacional para la Vida Consagrada
La 52 Semana Nacional para la Vida Consagrada organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR) y que se ha celebrado en la Universidad CEU San Pablo, ha concluido con dos intervenciones. El padre Antonio Bellella, director del IVTR, resumió los trabajos de esta semana que comenzaron el pasado 12 de abril y concluyeron este sábado. «Nos situamos en un taller donde se vuelve a montar el telar de la esperanza, con los hilos de las palabras», explicó el claretiano. Además, propuso cuatro caminos basados en la Sagrada Escritura que inspiran «dos miradas»: «La primera mirada es la tradición de esperanza, evocando el itinerario de algunos protagonistas de la Biblia; y la segunda mirada es a la zona de la promesa».
El padre Bellella insistió en la necesidad para los religiosos de «sentir que estamos vivos» y en apostar por las personas. También invitó a los consagrados a permanecer juntos, a pensar juntos y a «poner en entredicho nuestro escepticismo».
«Como la Magdalena, necesitamos estar atentos a los signos de los tiempos y avivar la esperanza anunciándola y haciendo camino con otros», aseguró. Por último, instó a «buscar la esperanza allá donde parece que han desaparecido todas las esperanzas, a saber, entre las llagas de Cristo».
Por su parte, sor Nadia Coppa, la presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), habló de un cambio en la vida religiosa y en la Iglesia a partir de la regeneración personal y comunitaria. «Somos conscientes de que las estrategias, los programas y los proyectos son importantes, pero parece que se nos pide algo más», aseguró la religiosa adoratriz que insistió en que la vida religiosa ha de ser generadora. «Nos hemos encerrado en nuestras instituciones perdiendo la generatividad misionera. Pero, hermanos, la generatividad no se puede encerrar, porque por definición va más allá de nuestras estructuras. A menudo nos vemos incapaces de ir más allá de superar “el siempre se ha hecho así”», lamentó.
Explicó que la crisis de la vida consagrada puede superarse si se va a los orígenes del carisma, se tiene en cuenta el presente y se proyecta en el futuro: «Si los consagrados pierden de vista su misión, acabarán perdiendo de vista la generatividad». «Se nos pide ser Evangelio, y ¿por qué tenemos miedo?», indicó. Por eso, destacó que a la vida religiosa se le pide convertirse en «útero generador de vida, es decir, lugar de fecundidad del amor a través no solo de un proyecto, sino sobre todo como una forma de vida».
Antes de concluir la jornada, el cardenal Aquilino Bocos hizo una breve intervención y después se puso el broche de oro a la semana de trabajos con la Misa celebrada por el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.