Massimo Borghesi: «El Papa no quiere un catolicismo elitista, quiere un catolicismo popular»
El filósofo italiano ha impartido la gran ponencia inaugural del congreso La alegría del Evangelio, organizado por el Secretariado de Pastoral Universitaria de la archidiócesis de Madrid
Francisco «es un Papa misionero y social». Así lo ha sintetizado Massimo Borghesi, catedrático de Filosofía Moral de la Universidad de Perugia, este miércoles, 29 de marzo, en el congreso La alegría del Evangelio, organizado por el Secretariado de Pastoral Universitaria en la Universidad CEU San Pablo con motivo del décimo aniversario de su pontificado.
En la gran ponencia inaugural del encuentro —introducida por el director de Vida Nueva, José Beltrán—, el filósofo ha lamentado que, diez años después de su elección, «muchos no han comprendido todavía» al Pontífice. El primer motivo, ha desgranado, es que lo tildan de «demasiado simple» porque llegó «después de uno de los más grandes teólogos del siglo XX», Benedicto XVI, o incluso dicen que «no está a la altura» porque «es latinoamericano, no tiene la cultura europea».
Sin embargo, el autor de Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual ha defendido que el Papa «habla siempre porque quiere hablar siempre», tiene «una perspectiva misionera que nace de su experiencia», pero, al mismo tiempo, «tiene una formación de altísimo nivel». «Es un jesuita. Los jesuitas tienen una formación internacional, […] compleja […] y debe mucho a Romano Guardini, al que dedicó su tesis doctoral».
En este sentido, ha explicado que Francisco «habla simple porque es la expresión de un cristianismo popular que en Europa ya no existe». «Popular no significa populista, sino normal. Lo que propone Francisco a la Iglesia de hoy es un cristianismo normal», ha abundado, remarcando que se refiere siempre al «pueblo fiel», que «es la encarnación del cristianismo en la historia».
Esto suscita —según ha señalado— «la crítica del Papa al clericalismo», que en el fondo «es una reacción de la Iglesia de los últimos 30 o 40 años a la secularización». «Frente a un mundo hostil o enemigo, la Iglesia se ha cerrado» cuando lo que tendría que hacer es ir al «encuentro del mundo». Para contener al mundo, ha proseguido, «hace falta poder» y ahí emerge la «ideologización» y se crean «distancias entre obispos, clero y pueblo», además de que la Iglesia se vuelve incapaz de «confesar los propios pecados», como ha ocurrido con los abusos.
También ha desmontado Borghesi la tentación de hacer una suerte de «élite», como se propone en La opción benedictina de Rob Dreher, y erigirse en «minoría» para empezar de nuevo. «El Papa no quiere un catolicismo elitista, quiere un catolicismo popular, […] un hospital de campaña. Quiere un Cristo médico y que el cristiano anuncie a Cristo siendo médico».
«Primacía del anuncio»
El segundo motivo por el que, en opinión del profesor italiano, muchos no han entendido o atacan al Papa es «por haber reestablecido un orden en la transmisión de la fe». Evangelii gaudium es «su manifiesto» y rompe con una Iglesia que «ha focalizado su presencia pública en la lucha de dos o tres temas, como el aborto, los gays o la eutanasia». Francisco está de acuerdo en hablar de ello, ha remarcado, pero no en que «capitalice» todo.
Para él, es duro cuando «la Iglesia es reactiva, pero no es capaz de proponer la alegría del Evangelio». Por eso, pone el foco en una «primacía del anuncio», que además «requiere la dinámica de la misericordia» aunque eso le haya traído incomprensiones en América o en Europa del Este, con etiquetas como «buenista, progresista» o que «prefiere la misericordia a la verdad».
Por la promoción humana y contra las ideologías
El tercer «bloque de opositores» lo forman «los que no aman la promoción humana». Como ha denunciado Borghesi, desde el fin del comunismo parece que «ha decaído la doctrina social de la Iglesia» y para muchos Francisco es «un hombre peligroso por actualizarla» en un escenario de un capitalismo «sin escrúpulos», que «crea nuevas pobrezas, sobre todo fuera de Europa».
Por último, el cuarto motivo es «la ideología», dado que, desde 2001, el mundo «se ha vuelto maniqueo», con Occidente contra islam y Occidente contra China, y chirría que el Papa denuncie «la tercera guerra mundial por partes» y apueste por la paz y la fraternidad. Para el filósofo, que cree que Fratelli tutti es su gran encíclica, «la historia está dando la razón a Francisco».