Colombia da un nuevo paso en el proceso de «paz total»
Con el anuncio del diálogo con la guerrilla EMC, la mitad de los grupos armados del país han entrado en contacto con el Gobierno. «Lo valoramos mucho», aseguran los obispos
Colombia ha dado un nuevo paso en su «búsqueda de paz total», como ha llamado el Gobierno de Gustavo Petro a las negociaciones que quiere emprender de forma simultánea —para evitar así interferencias entre unos procesos y otros— con todos los guerrilleros activos. El presidente, el primero de corte progresista que tiene el país en su historia, anunció el 13 de marzo, a través de su cuenta de Twitter, el inicio de «un segundo proceso de paz», que, en esta ocasión, tendrá como protagonista al Estado Mayor Central (EMC), un grupo disidente de las FARC que no firmó el acuerdo al que se llegó con la banda armada en 2016.
El avance ha sido posible gracias a la suspensión por parte de la Fiscalía General de las órdenes de captura contra 19 líderes del EMC, que de esta forma podrán ejercer como representantes de las FARC-EP, como se autodefinen, en la futura mesa de diálogo. La anulación tendrá carácter temporal y será efectiva exclusivamente «durante el tiempo en el que las personas mantengan el reconocimiento de miembro representante», aseveró el Ejecutivo. El inicio del diálogo todavía no está fijado en el calendario, pero, con su puesta en marcha, «prácticamente la mitad de las personas armadas hoy entran a un proceso de paz con el Gobierno», explicó Petro en una conferencia de prensa posterior al lanzamiento de su tuit. «Aún falta la mitad», pero «estamos esperando acontecimientos».
Para el episcopado colombiano, el inicio de las conversaciones con el EMC, así como con el resto fuerzas guerrilleras, es una noticia esperanzadora. «Todo movimiento encaminado a que acabe el sufrimiento de la gente y que pueda reinar por fin la paz en el país es algo que nosotros valoramos mucho y que siempre apoyaremos», asegura a este semanario el obispo Héctor Fabio Henao Gaviria, delegado de la Conferencia Episcopal Colombiana para las relaciones Iglesia-Estado y uno de los prelados participantes en los diferentes diálogos de paz puestos en marcha por el Ejecutivo.
Precisamente, Henao Gaviria acaba de volver de México. Allí se ha celebrado una segunda ronda de negociación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), un diálogo que llevaba suspendido más de tres años, pero que se reactivó en noviembre. «Las conversaciones van por buen camino, aunque todavía estamos en una fase muy inicial». De momento, «se ha trazado una hoja de ruta» para los próximos meses, explica el obispo, que es también el director del Secretariado Nacional de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal. «El documento consta de seis puntos y se centra en el fin del conflicto armado, en las víctimas y en las transformaciones democráticas de la sociedad para la construcción de la paz definitiva», concluye Henao Gaviria, que ha estado en todas las fases de la negociación y también acudirá a Cuba, del 2 al 8 de abril, para otra ronda. El prelado podrá informar del proceso al Papa Francisco, que, desde el pasado lunes, 20 de marzo, está recibiendo por tandas al episcopado colombiano en una nueva visita ad limina.
El proceso de «paz total» incluye un alto el fuego temporal que se inició el pasado 1 de enero y al que se comprometieron las principales guerrillas del país: el ELN, el Estado Mayor Central, la Segunda Marquetalia —otro grupo disidente de las FARC—, el Clan del Golfo y los paramilitares de las Autodefensas de la Sierra Nevada. En principio, iba a tener una duración de seis meses, pero el ELN, la banda armada más importante de Colombia después de que se firmase la paz con las FARC, anunció más tarde que no se sumaba al no haber sido negociado el proceso en la mesa de diálogo abierta con el Gobierno.
«El cese es una buena noticia, porque implica que se van a salvar vidas, aunque el anuncio del ELN se vivió con mucha tensión. Hay que tener en cuenta que las negociaciones no son procesos fáciles y requieren de paciencia, constancia y perseverancia», explica a Alfa y Omega el obispo Héctor Fabio Henao Gaviria, que participa en las conversaciones.
Para la paz total, sin embargo, todavía queda un largo camino. «Es mucho más complejo que unas negociaciones y firmar un documento», asegura Frédéric Mertens, profesor y coordinador del grado de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia. «Ante un conflicto tan largo, la violencia se suele enquistar» y, efectivamente, «hay que firmar la paz», pero también «superar el conflicto a nivel cultural o económico». Por ejemplo, señala la necesidad de dotar de una alternativa de vida a todos «esos pequeños agricultores de la coca, que no son parte activa del conflicto, pero que viven de él», porque cultivan para las guerrillas. «Si la gente quita la coca, tiene que plantar otra cosa para poder subsistir», añade.
Existe también una deriva económica internacional tras el anuncio de la negociación con el EMC: «Petro es el primer presidente de izquierdas del país y no comulga con los principios de la Casa Blanca». Por otro lado, está la economía. La inflación en el país está creciendo: en febrero se situó en el 13,26 %. «Así que Colombia necesita inversores», explica. Ahí entra China, «que está ganando peso en la zona». El problema es que «nadie quiere invertir en un país con inseguridad política, jurídica o física». Por eso, el mandatario se ha preocupado tanto por promocionar el nuevo diálogo, concluye el profesor Mertens.