Un año de portadas sobre Ucrania en Alfa y Omega - Alfa y Omega

Un año de portadas sobre Ucrania en Alfa y Omega

Repasamos los 12 meses de guerra a través de los temas que hemos publicado en nuestra edición en papel

Redacción
Mark Goncharuk, un niño de Kiev, llora tras dejar su padre atrás mientras viaja con el resto de su familia hacia la frontera. Foto: Reuters / Natalie Thomas.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia, de la que ahora se cumple un año, devolvió a Europa al horror de la guerra. Doce meses en los que los rostros sufrientes de la contienda tuvieron un lugar especial en las páginas de nuestro semanario. Muchas veces, las historias se hicieron hueco en nuestra portada, en varias de ellas, como tema principal.

El protagonista de la foto de la primera de ellas es Mark, de Kiev, que tuvo que escapar con parte de su familia. Su padre se quedó luchando. En ese número hablamos con el sacerdote gregocatólico Yuriy Koslovskii y contamos el trabajo de las Cáritas del país para atender a todas las necesidades. En aquellos días, iglesias y catedrales abrieron sus puertas para proteger a la gente de los bombardeos.

Apenas tres semanas después del inicio de la guerra, nos atendió desde un sótano en Kiev el nuncio del Papa en Ucrania, Visvaldas Kulbokas, —este curso colaborador de Alfa y Omega—. Nos dijo entonces que era un obispo antes que un diplomático y que se quedaba junto al pueblo. Mientras tanto, dos millones de personas ya habían abandonado el país y miles trataban de llegar a las fronteras de los países situados al oeste.

Miles de refugiados llegaron durante las primeras semanas a España. Es el caso de Lydmila Burava, que huyó de Járkov con su hija. 5.000 kilómetros con apenas un poco de comida, una linterna y la documentación. Antonina se marchó de Odesa con su familia, de la que se tuvo que separar en Polonia. Las entrevistamos en un garaje donde fueron a buscar ayuda de un grupo de compatriotas que viven en España. Además, el hospital Bambino Gesú ya había recibido a seis niños refugiados ucranianos.

A finales de marzo, nuestra hoy directora, Cristina Sánchez, viajó a la frontera entre Ucrania y Eslovaquia, llena de refugiados. La Iglesia del segundo país los atiende desde que ponen el pie en su territorio. Lo primero que veían es una capilla de la Orden de Malta y a sus voluntarios con café caliente.

Con motivo de la Semana Santa y la Pascua nos preguntamos cómo iban a vivir este tiempo tan especial los ucranianos. Y hablamos con Lucy, ucraniana que llegó a España de Járkov un mes antes de la invasión y que trabaja pintando el interior de la parroquia ortodoxa rusa en Madrid. Ella es la protagonista del número 1.258. Igual que Néstor Sirotenko, arzobispo ruso de Madrid y Lisboa. «No somos espectadores de la guerra. Es una tragedia», afirmó en entrevista con Alfa y Omega.

En junio conocimos a Mariia y sus hijas, que tras refugiarse en España unos meses, decidieron volver a Ucrania. La estabilidad en parte del país, la separación de las familias y las dudas sobre su futuro estaban animando a muchos refugiados a regresar.

Y como no podía ser de otra forma, el número especial de fin de año dedicó su espacio principal a la invasión de Ucrania. Nos habló de ello el cardenal Michael Czerny, SJ, que había viajado a Ucrania en dos ocasiones desde el inicio de la guerra.

Ya la última portada, la de esta semana, cuando volvemos a hablar con algunos de los ucranianos que en estos doce meses han puesto rostro al conflicto. Se trata de Aleksandr Mishura, capellán católico, que ha estado acompañando a los soldados ucranianos; Liana, que llegó a España a los pocos días de estallar la guerra; Mariia, que volvió a casa; o la parroquia de Leópolis, que sigue acogiendo a desplazados.

RELACIONADO