Francisco invita a «sanar las heridas del odio» amando a los enemigos
Ha recordado las tragedias de Turquía, Siria, Ucrania y Nueva Zelanda, víctima de un desastre natural
Unas 20.000 personas han acompañado al Papa Francisco este domingo durante el rezo del ángelus. El buen clima en la Ciudad Eterna ha propiciado que muchos se acercaran hasta el centro histórico para disfrutar de un domingo casi primaveral.
El Pontífice, en su reflexión previa a la oración mariana, ha hablado a fieles y peregrinos sobre la actitud de poner la otra mejilla y amar a los enemigos. «Para nosotros es normal amar a los que nos aman y ser amigos de quien es nuestro amigo. Sin embargo, Jesús nos provoca diciendo: «Si actuáis de esta manera, ¿qué hacéis de extraordinario?». ¿Qué hacéis de extraordinario? Este es el punto sobre el que me gustaría atraer hoy vuestra atención», ha comenzado Francisco.
Por eso, ha asegurado que lo que cambia la realidad es no hacer cálculos, no quedarse «en el balance entre dar y recibir», sino ir más allá de los límites de lo habitual. Es decir, dejar la prudencia a un lado y optar por «lo extraordinario».
«Tratamos de tener todo bastante en orden y bajo control, de forma que corresponda a nuestras expectativas: temiendo no recibir la reciprocidad o de exponernos demasiado y después quedar decepcionados, preferimos amar solamente a quien nos ama, hacer el bien solo a quien es bueno con nosotros, ser generosos solo con quien puede devolvernos el favor; y a quien nos trata mal respondemos con la misma moneda. Pero el Señor nos advierte: ¡esto no es suficiente!».
El desequilibrio del amor
Para ser más claro, ha explicado que si Dios siguiera esta lógica de dar en la medida en que se recibe, «no tendríamos esperanza de salvación». Por ello, ha animado a salir de ella y a «no medir el amor en la balanza de los cálculos y de las conveniencias».
Francisco ha reconocido que amar así es un desafío, que no es fácil, pero que es posible porque Cristo nos acompaña con su ejemplo. «Nos pide abrirnos a lo extraordinario de un amor gratuito; mientras que nosotros tratamos siempre de igualar el contador, Cristo nos estimula a vivir el desequilibrio del amor», ha indicado.
El amor de Dios va más allá de los cálculos y es «desproporcionado». Él nos llama a vivir de esta forma, ha dicho el Papa, «nos invita a responder al mal con el bien, a arriesgar en el don, aunque recibamos poco o nada a cambio». Es este amor el que «lentamente transforma los conflictos, acorta las distancias, supera las enemistades y sana las heridas del odio», ha concluido el Santo Padre.
Turquía, Siria, Ucrania y Nueva Zelanda
Tras el rezo del ángelus, el Papa ha pedido que apliquemos este amor extraordinario compadeciéndonos de aquellos que atraviesan situaciones difíciles. «Pienso especialmente en Siria y Turquía, en las muchísimas víctimas del terremoto y en los dramas diarios del pueblo ucraniano y de tantos pueblos que sufren a causa de la guerra o por la pobreza, la falta de libertad o la destrucción ambiental. En este sentido, estoy cerca de la población neozelandesa afectada en estos días por un devastador ciclón», ha clamado Francisco, que ha invitado a vivir una caridad atenta y concreta.