Los rostros de las víctimas de abusos se exponen en el Museo de Arte Sacro de Bilbao
La exposición Shame muestra fotos y vídeos de cien personas de toda Europa que han sufrido malos tratos y agresiones sexuales
Marco es un joven portugués que en su infancia fue víctima de malos tratos y abusos. Todo el sufrimiento que pasó se puede percibir en las marcas y cicatrices que recorren su rostro. Hoy va por los orfanatos de su país dando testimonio de su experiencia y participa activamente en la concienciación y en la recaudación de fondos para niños que han pasado por lo que él vivió. El de Marco es hoy uno de los rostros de la exposición Shame, que acoge el Museo de Arte Sacro de Bilbao.
Shame recoge un centenar de fotografías y vídeos de supervivientes de abusos de todo tipo y de toda Europa, también abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia católica, un trabajo de años a cargo del artista italiano Simone Padovani, con el impulso de la fundación Justice Initiative y el patrocinio del Consejo de Europa. De hecho la institución ha organizado una campaña de firmas a nivel europeo para desterrar la lacra del abuso sexual infantil en todo el continente.
Tras varios años trabajando como fotógrafo para la agencia Getty y para varios periódicos internacionales, Padovani contactó con víctimas de abusos de todo el continente. Pudo conocer de primera mano víctimas de abusos sexuales, niños robados para adopción forzada, víctimas de institucionalización, de tráfico de menores, de guerra, de malos tratos físicos y psicológicos, y hasta un adulto que de niño fue usado para experimentos químicos.
«Me he dado cuenta al conocerlos de las consecuencias que han sufrido con respecto a su salud. Son personas que se han quebrado en su línea vital, en lo psicológico, lo relacional, etc., una herida que perdurará hasta el final de sus días», afirma Padovani a Alfa y Omega.
Paradójicamente, lo que más ha llamado la atención al artista es «el sentimiento de vergüenza que suelen tener las víctimas», lo que a él mismo le ha hecho «sentir vergüenza por el ser humano», pues no suelen recibir ayuda de nadie.
Quien se acerque a ver Shame podrá encontrarse, por ejemplo, con los rostros de Javier, que de niño fue adoptado a la fuerza y por los abusos y maltratos intentó suicidarse a los 10 años; o de Pepe, maltratado por su entrenador de fútbol, quien también abusó de su hermano menor; o de Seijamirjami, que sufrió abusos de su padre y que gracias a Justice Initiative ha logrado salir adelante y dar apoyo a otras víctimas.
Todos ellos son adultos cuyos retratos «transparentan lo que han sufrido a través de sus ojos», dice Padovani. En ellos se ve «sufrimiento y rabia por lo que han vivido», pero también «voluntad y lucha por cambiar la situación, y muchas ganas de crear un futuro mejor para los niños de hoy».
Para el artista, son «auténticos héroes», porque «de víctimas han pasado a ser supervivientes». Muchos han vencido las tentativas de suicidio y «comenzaron a trabajar para reconstruir su vida».
En este sentido, Padovani concluye de su contacto con ellos que «el punto de inflexión llega cuando consideran que su pasado ya no es un tabú», para lo cual necesitan «el apoyo de su ambiente más cercano y la posibilidad de encontrarse con otras víctimas».
Shame ya ha pasado por Estrasburgo y por otras grandes ciudades europeas como Roma, Milán o París. En España, antes de llegar a Madrid y Barcelona, ha hecho su primera parada en el Museo de Arte Sacro de Bilbao, lo que para Padovani es «una gran señal positiva», porque «el problema no es la Iglesia o las creencias que tenga cada cual, sino que como seres humanos todos nos equivocamos, y en la Iglesia también». Para el artista italiano, el hecho de que la Iglesia en Bilbao abra sus puertas «es una manera de su voluntad de escuchar a todos y de tratar de construir juntos la solución a este problema».