La inteligencia artificial prepara una homilía
Hemos pedido a la IA de moda, ChatGPT, que escriba sobre el Miércoles de Ceniza. «La verdad es que me ha sorprendido para bien, aunque una homilía tiene que ser fruto de la oración», analiza un sacerdote
Hace solo 15 días una inteligencia artificial (IA) atribuyó a Lope de Vega una obra anónima que se encontraba en el fondo de manuscritos teatrales de la Biblioteca Nacional de España (BNE). La francesa Laura fue escrita por el dramaturgo cinco o seis años antes de su muerte. «En los últimos años la inteligencia artificial —declarada expresión del año 2022 por Fundéu— se ha convertido en una herramienta de gran rendimiento en numerosas tareas e investigaciones» y «ha despertado el interés de numerosos sectores», se lee en la nota de la BNE. Uno de ellos es el de las religiones, que desde el primer momento reclaman una regulación ética de la inteligencia artificial para evitar abusos, como figura en el documento vaticano Call for an AI ethic (Llamada a una IA ética), pero que también miran con optimismo las posibilidades que ofrece. «La antropología cristiana promueve una ética abierta al futuro con una actitud hacia la ciencia y la tecnología confiada y disponible», se puede leer en el mismo documento.
¿Es la elaboración de homilías una de las posibles aplicaciones de la IA para el mundo religioso? Técnicamente es posible. De hecho, la imagen que encabeza este artículo es una homilía generada por la inteligencia artificial de moda, ChatGPT, para el próximo Miércoles de Ceniza. «La verdad es que me ha sorprendido para bien. Está muy conseguida», reconoce Javier Peño, sacerdote de la archidiócesis de Madrid, que, antes de colocarse el alzacuellos, estudió Periodismo y llegó a trabajar en el diario Marca. «Ofrece la información básica y habla del significado de la ceniza y la llamada a la conversión, que son elementos clave», añade.
Como aspectos negativos, Peño critica que la IA, en este caso, ofrece un texto demasiado general: «Cuando uno predica tiene que tener en cuenta ante quién habla y poner ejemplos concretos». El Miércoles de Ceniza, por ejemplo, «se puede explicar en qué se puede ayunar, porque, además de los alimentos, podemos prescindir de redes sociales o de series de televisión», sugiere el vicario de la parroquia Nuestra Señora de las Nieves.
El mayor problema, sin embargo, tiene que ver con el fondo y no con la forma. Una homilía es «fruto de la oración» y «del encuentro personal» del sacerdote con Jesucristo, y «va dirigida a una comunidad concreta». Por lo que un texto elaborado por una tecnología, «aunque las ideas sean muy buenas, no termina de valer». Para esta labor, los sacerdotes «tenemos que secundar la acción del Espíritu Santo, que va a actuar a través de la oración y no a través de una serie de ideas recopiladas por la inteligencia artificial».
Descartada la homilía, la IA sí podría ayudar en otras tareas que no sean la predicación dentro de una celebración sacramental. «No me cabe la menor duda», subraya el sacerdote. «Podría ser interesante utilizarla para elaborar un texto que profundice en algún aspecto y colgarlo en la web de la parroquia» para uso de los fieles.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que la tecnología no debe ser un sustituto del hombre, como buscaba alguno de los iniciadores de la IA. «El objetivo es garantizar un futuro en el que la innovación digital y el progreso tecnológico estén al servicio del genio y de la creatividad humana, no que suponga su gradual sustitución», señalan los expertos del documento vaticano. En este sentido, Javier Peño pide «tratar al hombre como un ser espiritual». De lo contrario, si se todo materializase y se valorara al ser humano, por ejemplo, por su capacidad de cálculo, al final se daría prioridad a la inteligencia artificial, que tiene una capacidad mayor.