Marista en Alepo: «Es catastrófico: la guerra, las sanciones, y ahora el terrible terremoto»
La Iglesia y diversas entidades han empezado ya a ayudar tras el seísmo que ha dejado más de 3.000 muertos entre Turquía y Siria
«La situación es catastrófica: esta ciudad ya estaba castigada por la guerra, por las sanciones… y ahora con este terrible terremoto». La voz del marista George Sabé se quiebra al hacer un primer balance para Alfa y Omega del impacto en Alepo del terremoto de más de siete grados de magnitud que en la madrugada del lunes golpeó Turquía y Siria, dejando más de 3.000 muertos y miles de heridos y desaparecidos.
A pesar de estar a más de 150 kilómetros de la zona donde ha estado el epicentro, «muchos edificios están destruidos y las calles están llenas de piedras». Por eso, aunque «esperamos que no haya muchos muertos», el religioso teme que «las cifras irán más allá de lo que podamos imaginar». El daño puede prolongarse, además, si se siguen produciendo réplicas como la de esta mañana, de 4,6 grados de magnitud.
Los maristas «hemos abierto nuestra casa para acoger a las familias», pues «desde las cuatro de la madrugada todas han salido a la calle». En este momento, «tenemos a más de 100 familias» en la comunidad y luchan para atenderlas en una ciudad que ya antes apenas tenía suministro de electricidad.
Datos parciales
Según la asociación francesa L’Oeuvre d’Orient, en Alepo ya hay que lamentar al menos 50 muertos, 220 heridos y muchos desaparecidos. «En el barrio cristiano de Aziziyé, no tenemos noticias del padre Imad Daher alojado en el edificio del patriarcado grecomelquita que se derrumbó». La entidad informa asimismo de que «en todas partes se está organizando ayuda humanitaria de emergencia para limpiar, tratar y encontrar a los desaparecidos».
También la asociación World Vision ha empezado ya a evaluar el impacto en los niños y comunidades de desplazados. «Mientras dormíamos, la casa empezó a temblar e inmediatamente corrí hacia mis hijos. No sabía a cuál coger, no podía alcanzar la puerta, la distancia era muy grande, y un minuto de tiempo fue como años de impotencia y miedo, y el miedo continúa con las réplicas», confirma uno de sus trabajadores en el norte del país.
El balance de 237 fallecidos en Siria, ofrecido por el Ministerio de Salud sirio, solo incluye las víctimas registradas en las provincias noroccidentales de Hama, Tartus y Latakia, y en las zonas de Alepo en manos del Gobierno sirio. Pero también ha dejado un número indeterminado de muertos en otras áreas del país en manos de la oposición.
El Papa Francisco está «profundamente apenado» por la «enorme pérdida de vidas» causada por el terremoto, asegura el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, en un telegrama al nuncio en Turquía, Marek Solczynski. Por eso quiere expresar su «cercanía espiritual a todos los afectados» y encomienda a los fallecidos «a la misericordia del Todopoderoso». En un telegrama similar al nuncio en Siria, cardenal Mario Zenari, Parolin asegura que el Santo Padre «reza en particular por el personal de emergencia implicado en los esfuerzos de socorro». Además, «como un signo renovado de su solidaridad espiritual, invoca sobre el sufrido pueblo sirio las bendiciones divinas de fortaleza y paz».
Rescates en la nieve
El seísmo se sintió incluso en el Líbano. Vincent Gelot, director de L’Œuvre d’Orient en el Líbano, ha relatado desde Beirut que «salimos en medio de la noche con los niños mientras las paredes del edificio temblaban. Los muebles y las camas bailaban. Todo el pueblo estaba en las calles. La gente de todo el país sintió el terremoto». Afortunadamente, gracias a la distancia no han sufrido daños graves las comunidades que acogen a los 26 voluntarios de la organización en el país.
En Turquía, país donde se situó el epicentro —los expertos discrepan entre si fue en Pazarcik (Kahramanmaras) o en Sofalici (Gaziantep)—, hay diez provincias afectadas, informa EFE. El impacto puede agravarse entre los más vulnerables. En las provincias afectadas residen 1,5 millones de sirios. De ellos, una tercera parte están en la ciudad de Gaziantep, capital de una de las dos provincias más afectadas y novena ciudad del país.
El impacto del temblor ha sido enorme también en la provincia montañosa de Kahramanmaras, con un millón de habitantes, y en Malatya, situado a 1.000 metros de altitud a pie de una cordillera que alcanza los 2.500. Las fuertes nevadas en esta zona, con temperaturas bajo cero, complican el rescate y agravan la situación de los supervivientes. Incluso en Diyarbakir, considerada capital de las regiones de población kurda en el sureste de Anatolia, se han derrumbado varios edificios aunque se encuentra a 250 kilómetros del epicentro.
La intensidad del terremoto hizo que el Departamento de Protección Civil italiano emitiera una alerta por posibles olas por tsunami en sus costas, informa la agencia italiana ANSA. Sin embargo, las autoridades sirias descartaron esta posibilidad, ya que se produjo lejos del mar y en «una masa de tierra».