Adiós a la responsable de la Hoja de la Caridad de Cáritas Madrid
Sor Josefina Salvo, hija de la Caridad, murió el 24 de enero en Madrid a los 90 años. Estuvo vinculada a Cáritas durante seis décadas y fue vicepostuladora de la causa de 60 mártires de la Familia Vicenciana
La semana pasada falleció sor Josefina Calvo, hija de la Caridad, que fue responsable de la Hoja de la Caridad de Cáritas Diocesana de Madrid desde sus inicios, en 1957. Su vinculación con la entidad de la Iglesia comenzó cuando, sin haber profesado aún los votos, le encargaron llevar a cabo el proceso de integración de las Damas de Caridad de San Vicente de Paúl en las Cáritas Diocesanas. «Llevaba la caridad de la Iglesia en el alma y esto nos lo ha metido hasta la médula». Lo cuenta sor Ángeles Infante, también hija de la Caridad, con la que mantuvo una estrecha relación. Recuerda que su «primera experiencia con los pobres, en el Pozo del Tío Raimundo, fue con ella». Era sor Ángeles aún estudiante del seminario de las Hijas de la Caridad cuando su maestra le dijo, una Navidad: «Vaya con sor Josefina, que aprenderá mucho». «Tengo un caso de la hoja y quiero verlo in situ», le trasladó la hermana. Porque lo suyo no era acercarse a la pobreza de refilón.
La Hoja de la Caridad había nacido como un medio escrito para poner en contacto a personas necesitadas con posibles donantes. «En el noviciado yo aprendí a servir a los pobres», dijo en una ocasión en El Espejo de Madrid de COPE. Pero, «aunque yo tenga seguridad de que estoy sirviendo a Cristo en aquella persona», se preocupaba por que esa «persona de alguna manera entendiera que no era yo quien estaba haciendo el servicio, sino que era Dios que se estaba ocupando de él, o sea, que Dios le amaba».
Cada recuerdo que sor Ángeles tiene de sor Josefina va acompañado de un «tuve la suerte…». Tuvo la suerte de iniciar con ella las colonias para niños que se celebraban los veranos en una casa de Cercedilla donada a Cáritas por una familia. Fue en el año 1964, «el que cambiamos de hábito», pero sor Ángeles se ríe porque ella aún vestía la toca antigua, con alas. «Adecentamos la casa, la pintamos… A sor Josefina nos se le ponía nada por delante. Empezamos con niños del Pozo y el padre Llanos [el jesuita José María de Llanos] venía los domingos a decirnos la Misa». «No me perdía una colonia con sor Josefina», resume.
También tuvo la suerte de vivir con ella y de trabajar «muchas horas» mano a mano. Sor Ángeles es la vicepostuladora actual de las Hijas de la Caridad y sor Josefina fue vicepostuladora de la causa de los 60 mártires de la Familia Vicenciana, beatificados en 2017. «Si una persona no es espiritual y profunda, no puede captar lo que hay en otros», observa sor Ángeles, revelando uno de los rasgos de la fallecida, «su capacidad de ver más allá que cualquiera». Muchos viajes a Roma, hasta diez, en los que, entre reunión y reunión, aprovechaban para seguir investigando sobre los santos o sobre la historia de la compañía y también para comer pizza: «Hemos disfrutado mucho». Era sor Josefina una mujer «superinteligente, polifacética, que pintaba muy bien y cosía muy bien, siempre dispuesta para todo, con mucho sentido común y mucho sentido del humor». Aunque, comenta jocosa, «no captara los chistes; pero cuando nos reíamos por esto, ella nos seguía la broma». Sor Josefina murió el pasado 24 de enero, festividad de san Francisco de Sales, cuando contaba 90 años. «Siento un poco de orfandad», concluye sor Ángeles.
Alberto Fernández, delegado de las Causas de los Santos de la archidiócesis de Madrid, conoció a sor Josefina con motivo del proceso de beatificación de los mártires vicencianos. «Al terminar ese día estaba muy emocionada», rememora a este semanario. «Me dijo que había empezado a recoger información de ellos cuando nadie creía que se podía o debía hacer esto» y, de ahí, su alegría al verlos «por fin beatificados». «Es digno de alabar todo este trabajo para que la memoria de los mártires no se pierda en la Iglesia», continúa el delegado, que muestra su convencimiento de que en el cielo «la habrán acogido los mártires, a los que ella tanto quiso». A su vez, su implicación en Cáritas, continúa el sacerdote, es «un precioso ejemplo de que el amor a Dios y el amor a los santos se traduce en el amor a los hermanos. Ha sido un privilegio conocer a sor Josefina».
«El viernes anterior me llamó porque tenía casos de la hoja sin terminar». Pilar Algarate, secretaria general de Cáritas Diocesana de Madrid, recuerda que ese día sor Josefina ya se encontraba regular. «Si me podéis traer un portátil», le pidió. «Hasta el último momento pensaba en Cáritas y en las personas que atiende», se emociona Algarate. «Se nos va un pilar», añade.