Rostock, con solo un 17 % de cristianos, se volcó con Taizé
«Solo con las iglesias no habríamos sido capaces de organizar» el Encuentro Europeo de fin de año y acoger a 5.000 jóvenes, reconocen desde la comunidad. La colaboración con los no creyentes ha sido una experiencia enriquecedora, aseguran
El pastor evangélico Albrecht Jax conoció Taizé en 1999. «Me conmovió profundamente», recuerda. Desde entonces, organiza con frecuencia viajes con los jóvenes con los que trabaja en Bad Doberan, una pequeña localidad del noreste de Alemania. Muchos de ellos no pertenecen a ninguna Iglesia; algo común en el estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, donde solo hay un 15 % de evangélicos y un 2 % de católicos. Aunque, subraya, el resto no son «no creyentes», puesto que «todos buscan la verdad» en mayor o menor grado.
A algunos jóvenes los invitaba él mismo «para abrirles la posibilidad de un descubrimiento que pueda orientar su vida». Otros iban con amigos, o por curiosidad después de escuchar el testimonio de otros participantes. El ritmo de Taizé, «rezando, guardando silencio y cantando tres veces al día, no parece muy atractivo de entrada para los jóvenes».
Pero al cabo de una semana la mayoría estaban encantados. «Aquí no me dicen cómo rezar, simplemente me dejan», le han dicho con frecuencia. «En Taizé, descubren un lugar donde pueden ser quienes son y experimentar que se les acepta y se confía en ellos». Con cierta frecuencia, alguno «me ha preguntado a la vuelta si podía bautizarlo».
El camino difícil
Esta experiencia hizo que en él naciera una idea: proponer a la comunidad ecuménica fundada por el hermano Roger organizar uno de sus encuentros europeos de cambio de año en la cercana Rostock, la ciudad más grande del estado. De entrada, parecía casi imposible con solo 200.000 habitantes, y más de un 80 % de no cristianos. Pero Jax insistió durante varios años. «Para mí era importante que el Encuentro Europeo pudiera celebrarse también en un lugar no tan bien posicionado eclesiásticamente como otras sedes».
Finalmente la comunidad decidió «no escoger el camino fácil sino aceptar el desafío, obligándonos a dialogar con los no creyentes», explica el hermano Richard, miembro del equipo organizador. «Solo con las iglesias no habríamos sido capaces de organizarlo». El resultado se vio del 28 de diciembre al 1 de enero: una ciudad orgullosa, a pesar de todo, de haber sido elegida para un evento así y de haber acogido a 5.000 jóvenes a pesar de su tamaño.
La cita ha servido para resaltar «la necesidad de que haya un diálogo entre creyentes y no creyentes y un compromiso compartido por el bien común», señala el hermano Richard. En la parroquia evangélica de Bad Doberan, familias sobre todo no confesionales han acogido a 200 jóvenes.
Incluso en zonas muy mal comunicadas del entorno, explica el hermano, con tal de poder acoger a jóvenes, «las familias se han organizado para llevarlos cada día a la estación de tren más cercana». Jax cita también a un senador que se define como ateo, pero que financió las bolsas que se entregaban a los peregrinos.
Como en los Hechos de los Apóstoles
Para el hermano Richard es parte de la identidad de la ciudad, donde a pesar de estar tan secularizada «las iglesias están presentes desde el punto de vista cultural», por ejemplo con una gran convocatoria navideña para cantar villancicos en el estadio de la ciudad. A diferencia de países con más creyentes pero también con más anticlericalismo, «aquí la gente está muy poco interesada de entrada, pero si se les ofrece algo interesante se alegran».
Lo compara con los Hechos de los Apóstoles, donde se dice que los cristianos eran muy bien valorados por los habitantes de Jerusalén. Todo esto, apunta, lleva a la pregunta sobre si esos no creyentes «están perdidos, o si la Iglesia es un lugar de salvación y esperanza también para los que no pertenecen a ella».
Quienes, sin pertenecer a ninguna Iglesia, participaban en el encuentro, valoraban «que no se les tratara con condescendencia», explica el pastor Jax. «Estoy convencido de que los encuentros que se han producido aquí tendrán un efecto duradero para muchos de ellos».
Oración y acción
Por las mañanas, los jóvenes reflexionaban en sus comunidades de acogida sobre la carta del hermano Alois, prior de Taizé, para el año 2023. El tema del encuentro, Vida interior y solidaridad, era un eco de las palabras del pastor Dietrich Bonhoeffer, que en buena medida fue un referente durante todo el encuentro: «Nuestro ser cristianos hoy se limitará a dos cosas: la oración y la acción justa entre los hombres». O, como dijo en otra ocasión, «la Iglesia solo es Iglesia cuando es Iglesia para los demás». Sobre esta idea debatieron, en uno de los talleres, los obispos católico y protestante junto con una laica que trabaja en un comedor social.
«Cómo aunar las fuentes de la vida con el compromiso por la justicia y la paz ha sido un tema tradicional en Taizé desde hace 60 años», explica el hermano Richard. Y en Rostock resultaba más oportuno que nunca. «Hay dos cosas que la gente puede entender incluso si no son cristianos: que existe un gran anhelo de espiritualidad, de silencio, y que hacer lo correcto y la solidaridad son importantes para mantener unida a la sociedad».
El interés de los jóvenes alemanes
La experiencia ha sido también un soplo de aire fresco para la Iglesia católica en Alemania. Allí, describe Stefan Hesse, arzobispo de Hamburgo, «los fieles son menos numerosos y con más edad» que en 2003-2004, cuando esta gran ciudad acogió otro Encuentro Europeo. «Muchos fieles están enfadados o han abandonado la Iglesia» por la gestión de los abusos u otros escándalos. Aunque «buscamos nuevas formas, nadie tiene un remedio patentado».
Esta cita, continúa, «ha demostrado que Dios y el mensaje cristiano siguen estando en el corazón y la mente de los jóvenes», dispuestos a recorrer miles de kilómetros para compartirlo. De hecho, como señala el hermano Richard, entre los asistentes la presencia de jóvenes alemanes era mayor que la de los jóvenes del país anfitrión en otros encuentros. «Buscan la oración, el silencio, la meditación y la simplicidad», que para ellos «significa mucho» por el contraste con la riqueza de las iglesias locales. Otras lecciones que extrae Hesse es que «la experiencia de una Iglesia joven funciona mejor en un contexto internacional», como Taizé o las JMJ. Además, está la experiencia de que «ser cristiano es más fácil en la unión ecuménica». De hecho, «en el futuro no será posible de otro modo».
Después de pasar la mañana en sus parroquias de acogida, los jóvenes tenían una amplia oferta de talleres en los que participar: temas de espiritualidad, sociales y también artísticos y culturales. Entre ellos, dos —uno el día 29 y otro el día 30 de diciembre— se hacían eco de una prioridad actual para la comunidad: Fortaleciendo el propio sentido de dignidad, en torno a los abusos sexuales y espirituales y a la protección.
Desde que en 2019 el hermano Alois reconociera que habían recibido denuncias de abusos cometidos en sus encuentros, y algunos por sus hermanos, la comunidad ha abierto una vía de comunicación con posibles supervivientes. Así, se ha recabado información de 15 delitos cometidos por hermanos, que se han comunicado a las autoridades. Los autores fueron ocho hermanos distintos, cuatro ya fallecidos y cuatro que han abandonado la comunidad.
Un noveno hermano permanece en la comunidad. El presunto delito ha prescrito, pero la comisión independiente existente en Francia investiga su caso. La colaboración entre este organismo y la comunidad «es muy importante para tener una visión externa y un trabajo de mediación», explica el hermano Benoit, uno de los miembros del equipo de prevención. Más aún teniendo en cuenta que, al ser una comunidad ecuménica, los hermanos no están sujetos a una autoridad eclesiástica.
Además, en noviembre cuatro personas externas realizaron una auditoría independiente «sobre las políticas generales de Taizé» en cuanto a prevención, «para ver si hace falta cambiar algo». Esperan recibir los resultados de forma inminente.
En el marco de toda esta labor, los talleres durante el encuentro de Rostock se pusieron en marcha para ir más allá de la labor de sanación y prevención. «El objetivo era que hubiera una conversación sobre este tema, aceptar que la gente tiene preguntas y críticas». En cada uno participaron unas 50 personas, «lo cual es bastante alentador». Plantearon, por ejemplo, muchas preguntas sobre los abusos espirituales.
Además, de sus testimonios e intervenciones «suelen salir ideas muy buenas». Por ejemplo, el equipo de prevención de Rostock tuvo por primera vez un teléfono de atención gestionado por una mujer y otro gestionado por un hombre porque durante un taller similar en Taizé «una joven dijo que para ella sería más fácil así».