Benedicto XVI contribuyó a desbloquear el diálogo con los ortodoxos
Líderes protestantes, ortodoxos y anglicanos recuerdan que el Papa emérito «afirmó como irreversible la implicación de la Iglesia católica en el ecumenismo»
El compromiso con el ecumenismo del Papa emérito Benedicto XVI, fallecido en la mañana de este sábado, es una de las claves de su pontificado que se están subrayando en las últimas horas. Como no podía ser de otra forma, cobra un protagonismo especial en los mensajes de condolencia de los representantes de otras iglesias y confesiones cristianas.
En nombre del Consejo Mundial de las Iglesias, su secretario general en funciones, Ioan Sauca, mostró las «más profundas condolencias» de esta entidad, que engloba a 348 confesiones protestantes y ortodoxas. Ratzinger fue, recuerda, «el primer Papa en venir de un país con un equilibrio aproximadamente igual entre protestantes y católicos, y que estuvo en el mismo centro de la Reforma del siglo XVI». A lo largo de su trayectoria, además, «afirmó constantemente como irreversible la profunda implicación de la Iglesia católica romana en el ecumenismo».
En cuanto a su propia trayectoria, «fue el primer Papa en pertenecer a un comité del Consejo Mundial de las Iglesias», a pesar de que la Iglesia católica oficialmente no es miembro del mismo. En concreto, fue «uno de los miembros católicos de la Comisión de Fe y Orden». Souca resalta, además, que «al poco tiempo de convertirse en Papa, se dejaron de lado los prolongados agravios que habían impedido las reuniones de la comisión de diálogo católico-ortodoxo».
El rol del papado
En menos de dos años, en 2007, se hizo pública la Declaración de Rávena «como un primer paso hacia la superación del desacuerdo milenario sobre el rol del papado. Enigmáticamente, varios individuos clave en este proceso» habían pertenecido a la misma comisión que Ratzinger.
Más personal ha sido el recuerdo del moderador del comité central, el obispo luterano alemán Heinrich Bedford-Strohm. En sus palabras, rememora la participación en la celebración del 85º cumpleaños de Benedicto en el Vaticano, en la que participó con una delegación bávara.
En aquella ocasión, el Obispo de Roma afirmó: «Ahora me enfrento al último capítulo de mi vida y no sé lo que me espera. Sé, sin embargo, que la luz de Dios existe, que Él ha resucitado, que su luz es más fuerte que cualquier oscuridad, que la bondad de Dios es más fuerte que cualquier mal en este mundo». «Probablemente no osaba pensar que viviría otros diez años», añade Bedford-Strohm. «Con todo, estoy seguro de que ahora experimenta la verdad de esas palabras».
Huella innegable
El patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, ha mostrado el lunes su «gran tristeza» por la muerte del Papa emérito. En un mensaje a su «querido hermano» Francisco, subrayaba que «sus memorables contribuciones no solo a su Iglesia sino en el mundo académico —fue uno de los mayores teólogos del siglo XX— y construyendo puentes, evidentes en su compromiso con el diálogo, especialmente con la Iglesia ortodoxa, dejarán de forma innegable su marca en la historia». Reconoce que «sufrió en los últimos años», pero también que «vivió una vida plena, completa, tanto con dificultades como con incontables bendiciones».
Más personales fueron sus palabras el 1 de enero, en su tradicional discurso después de la celebración del domingo. Con «respeto, amor y gratitud», recordó a Benedicto XVI y su visita a esa misma estancia, el salón del trono del Patriarcado en el Fanar, el barrio de Estambul donde tiene su sede. «Trabajamos juntos repetidamente», por ejemplo cuando el Obispo de Roma lo invitó a hablar a los cardenales y obispos, reunidos en la Capilla Sixtina, sobre la Palabra de Dios. Recuerda también que en sus años como profesor tuvo alumnos ortodoxos, algunos de los cuales han llegado a ser obispos. «Yo mismo le oí decir que conoció mejor la Ortodoxia gracias» a ellos.
Amor por el cristianismo oriental
El patriarca de Moscú, Cirilo, ha subrayado en un telegrama al Papa Francisco cómo sus «muchos años de vida» han «marcado toda una época en la historia de la Iglesia católica romana, que ha guiado en un período histórico difícil, asociado a muchos desafíos externos e internos».
En los varios encuentros con Benedicto en Roma, recuerda, «he tenido ocasión de ser testigo de su profundo amor por el cristianismo oriental y, en particular, el sincero respeto por la tradición de la ortodoxia rusa». La relación entre ambas iglesias «se desarrollaron notablemente durante su pontificado», con un espíritu de «colaboración fraterna» y el deseo de superar «la herencia tantas veces dolorosa del pasado».
Cirilo destaca también cómo «la autoridad incontestable de Benedicto XVI como eminente teólogo le ha permitido hacer una contribución significativa al desarrollo de la cooperación intercristiana, al testimonio de Cristo ante un mundo secularizado y a la defensa de los valores morales tradicionales».
Cristo, su fundamento
«Fue uno de los grandes teólogos de su tiempo», coincide en su comunicado el arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana, Justin Welby. Estuvo «comprometido con la fe de la Iglesia» y fue «incondicional en su defensa». En todos los aspectos de su vida, «miraba a Jesucristo, imagen de Dios invisible», que era «la raíz de su pensamiento y el fundamento de su oración».
Welby recuerda algunos de los hitos de la vida de Benedicto: su experiencia del régimen nazi, su participación en los debates del Concilio Vaticano II y su vivencia de una Alemania dividida pero también de la caída del Telón de Acero. En su «valiente y humilde» decisión de renunciar al ejercicio del papado «reconoció la fragilidad humana que nos afecta a todos» y dio paso a «una vida de oración». Ahora «ha ido al descanso eterno otorgado por el Padre». El primado anglicano concluye deseando que después de luchar «por dirigir a la gente a Cristo», ahora «descanse en la paz de Cristo y resucite en gloria con todos los santos».
La muerte del Papa emérito ha coincidido con el Encuentro Europeo de Taizé que se celebra hasta este domingo en la ciudad de Rostock, al norte de Alemania. Durante la oración del mediodía, el prior de la comunidad ecuménica, hermano Alois, ha invitado a los 5.000 jóvenes presentes a rezar por Benedicto. «Le debemos mucho en Taizé», aseguró. Posteriormente, ha destacado en declaraciones a la agencia católica KNA la «profunda relación» con el Papa alemán. Se ha mostrado particularmente agradecido por el apoyo que les aseguró tras la muerte de san Juan Pablo II y el asesinato del hermano Roger, fundador de la comunidad, ambas ocurridas en 2005.