Una cristiana lleva un mes detenida en Irán por participar en las protestas
Bianka Zaia se encuentra en el ala de la cárcel de Evin destinada a los presos políticos, donde se producen torturas de todo tipo
El Instituto Asirio de Política (API por sus siglas en inglés) ha dado la voz de alarma por Bianka Zaia, una cristiana iraní de 38 años que se encuentra detenida desde el 26 de noviembre. El motivo es haber participado en las protestas por la muerte de Jina (Mahsa) Amini a manos de la Policía de la moralidad. A pesar de haber pasado más de un mes desde su detención, solo recientemente se supo que está retenida en la cárcel de Evin. Más en concreto, en la sección 209.
Hay razones para la preocupación, puesto que según la entidad esta sección «es zona de detención más notoria para presos políticos en Irán». De hecho, «es conocida por las duras condiciones» de vida y «el uso de la tortura». Según Human Rights Watch, las autoridades iraníes han sometido a los detenidos en las protestas de los últimos meses a diversas formas de torutra física y psicológica y otras formas de maltrato, incluida la violencia sexual.
Según la información de la que dispone API, el 26 de noviembre agentes de paisano irrumpieron en casa de Zaia y requisaron su portátil, su móvil y otros objetos, incluida una Biblia y algunas figuras religiosas. También llevaban una orden de arresto. Desde entonces, apenas se le ha permitido entablar contacto con su familia.
Presiones contra los cristianos
«Estamos increíblemente preocupados por las vidas de todos los que están en prisión en Irán, especialmente los que están en Evin», ha subrayado Reine Hanna, director ejecutivo de API. «El desafío que esto implica para nosotros es que no tenemos ninguna opción real» de ayudarles. «No hemos sido capaces de definir una forma significativa de ayudarla a ella y a otros en el contexto actual, salvo promover la concienciación y esperar la puesta en libertad de Bianka».
En las últimas semanas, las autoridades iraníes han actuado incluso con más mano dura contra el descontento y las protestas generalizadas, presentando «dudosos cargos» de atentar contra la seguridad nacional y sometiendo a los detenidos a «juicios burdamente injustos», que ya han empezado a desembocar en condenas a muerte y ejecuciones.
La represión ha puesto especialmente en el punto de mira a las minorías religiosas. Miembros de la comunidad cristiana han denunciado «presiones», que también afectan a otras minorías, para permanecer «en silencio y no participar en las protestas». Yonathan Betkolia, líder de la Sociedad Asiria de Teherán, citado por la agencia de noticias semioficial Isna, contó por ejemplo que ha habido «peticiones» en este sentido de miembros de las fuerzas de inteligencia y seguridad dirigidas a «representantes cristianos, obispos y sacerdotes».