Mirian Cortés: «Los laicos no tenemos que estar esperando a que nos llamen»
La rectora de la Universidad Pontificia de Salamanca reivindica que «la Iglesia es sínodo, es caminar juntos», y valora que Praedicate Evangelium lleve esta mentalidad a la Curia
Acaba de hablar en el Curso de Actualización de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra de los cambios que introduce Praedicate Evangelium en la Curia romana. Ya puede decir a algunos incrédulos que el derecho canónico está muy vivo, que no está escrito en piedra…
Por supuesto, claro que no está escrito en piedra. Es algo vivo como viva es la misma Iglesia. El derecho canónico no vive al margen de la Iglesia, sino que camina con la Iglesia y esta, como bien sabemos, está en permanente camino. Ecclesia semper reformanda est. El derecho canónico tiene que estudiar, evolucionar, ayudar a la teología… En la conferencia expusimos algunos cambios en la Curia romana, que esperamos que sean para el bien del pueblo de Dios.
Nosotros resumimos en un editorial que la reforma promueve una administración vaticana más profesional y coordinada y menos clerical, con la vista siempre puesta en la evangelización… ¿Qué acentos pondría usted?
Comparto estos acentos. La reforma se plantea en clave misionera y de ahí deriva que todo miembro del pueblo de Dios, por la igual dignidad, es discípulo misionero. Todos tenemos que participar en la vida de la Iglesia y también en la Curia, que no es más que un instrumento que ayuda al Papa a gobernar la Iglesia.
Praedicate Evangelium supone un mayor reconocimiento de los laicos, una petición de que se cuente con ellos en aquellos puestos donde no hay ningún impedimento para hacerlo. Y así, y esto ya es de mi cosecha porque no lo dice la constitución, se libera a los clérigos para que se dediquen a lo que solo ellos pueden hacer.
¿Qué camino queda por recorrer en las iglesias particulares?
Igual que en la Iglesia universal, en las diócesis, en los organismos diocesanos, hay que dar cabida a los laicos. En muchos lugares sí se hace, con instrumentos previstos en el derecho canónico, y hay laicos dispuestos a colaborar si se les llama. Hay que tener más confianza en el aporte de los laicos, animarlos a que se formen y ayudarlos.
Uno de los padres del texto, el cardenal Maradiaga, nos decía que la reforma había empezado el mismo día que el Papa se instaló en Santa Marta, después siguió con cambios en distintos dicasterios antes de Praedicate Evangelium, y ahora venciendo también resistencias… ¿Hay que vivir en una suerte de reforma permanente?
Es inevitable. El Concilio Vaticano II habló, como también hace el Papa, de los «signos de los tiempos». Hay que estar en cada momento con lo que tiene. Nuestro siglo es tan difícil como anteriores, pero las dificultades son diferentes. A lo que se refiere el cardenal es a lo que decíamos al principio: la Iglesia está viva, necesita estar permanentemente a la escucha… y esa escucha tiene que llevar a la reflexión y a actuar. Eso no significa romper con nada, sino avanzar acorde a las necesidades de cada tiempo particular.
Usted, mujer, casada y con hijos, se convirtió en rectora de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) en 2015. ¿Ha encontrado dificultades?
En estos cargos siempre hay dificultades. Es verdad que ser mujer en un puesto donde nunca antes ha habido una mujer choca y, a veces, se detectan algunas resistencias, pero dificultades hay en todas partes. Como madre de familia numerosa, estas me dan más fuerza. Busco la manera de afrontarlas, siempre caminando y abriendo camino a otros laicos. Este es un cargo, dentro de una universidad de la Iglesia, que no requiere el orden sagrado para ser ejercido.
¿Siguen faltando mujeres en puestos de tanta responsabilidad eclesial?
El Papa dice que sí; dice que se necesita que las mujeres estén en una posición más incisiva, donde puedan opinar más. Él va abriendo camino. Luego creo que también es responsabilidad de los laicos ofrecerse a la jerarquía para colaborar. Los laicos no tenemos que estar siempre esperando a que nos llamen, sino que, con ese aliento a formarnos, podemos mostrar nuestra disponibilidad y ofrecernos para ayudar. Los pastores contarían más con nosotros y podríamos cooperar, que es una palabra que me gusta más que colaborar porque implica hacer algo que nos interesa a los dos, ir al unísono en una obra que es de ambos. En este caso, la obra es la misión de la Iglesia, que nos compete a todos.
En relación con el papel de los laicos, ahora estamos inmersos en un camino sinodal en el que se nos escucha. ¿Qué espera de este Sínodo?
Sobre todo espero un cambio de mentalidad: desde la jerarquía hasta el último de los fieles. Hemos de hacernos conscientes de que la Iglesia es sínodo, es caminar juntos. A partir de ahí, tenemos que tener el coraje de ofrecernos a colaborar en esa misión.
¿Es una pena que, a veces, nos quedemos más en el resultado que pueda haber o en ciertas cuestiones polémicas que en el ejercicio en sí de escucharnos y tomar protagonismo?
Puede ser… pero es condición del ser humano fijarse en lo superficial y olvidar lo esencial. En este tema en concreto se va enfocando. Ahora es ir poniéndolo en práctica. Praedicate Evangelium, sin grandísimas novedades, da un paso más e intenta concienciar de la necesidad de que en la Curia se viva ese estilo sinodal.