Un país para leerlo. Libros en la mochila

Entre las muchas cosas que la televisión actual debe a gente como José Antonio Labordeta es la saga de países que se van metiendo en la mochila de los más diversos programas de televisión. Si hubo otros viajes que imitaron al suyo, y luego países para comérselos o para escucharlos, no podía faltar en la serie Un país para leerlo, un magacín literario fresco y divulgativo que encaja como un guante en la naturaleza de La 2, en su habitual forma de hacer y en su público objetivo. La hora de emisión, como suele suceder en estos casos, no es la mejor (viernes a las 20:00 horas), pero hoy eso es un mal menor, teniendo en cuenta que muchos de los que todavía vemos algo de televisión tradicional, lo hacemos mayoritariamente a la carta. En el caso de Radio Televisión Española su oferta es espléndida, así que disfrútenla cuando mejor les venga en rtve.es/play.

La ciudad visitada es en realidad el pretexto para acercarnos, en apenas media hora, a los autores clásicos del lugar y también a los talentos literarios emergentes. Presentado por el joven poeta Mario Obrero y codirigido por Jorge Vázquez Larreina y Luis Miguel Gómez, el programa se presenta con las credenciales de lo que ahora llaman «estética disruptiva» y, desde esa misma apuesta formal, busca sintonizar con una onda lectora que no peine demasiadas canas.

Esa es su gran virtud y ese también muy probablemente su gran debe: que se dirige, con especial intención, a un público que cada vez lee menos y que no ve demasiada televisión. Aun así, hay que reconocerle a este viaje que sepa hacia dónde se dirige y las alforjas que lleva, lejos de bestsellers y fórmulas trilladas de las que tratan de agradar a todo el mundo. Pasen y vean. Pasen y lean.