El cura de la motosierra ha salvado 600 iglesias
Fermín González ha construido más de 1.700 estructuras de madera para los tejados de infinidad de parroquias rurales. «Como no teníamos dinero para encargar el arreglo a nadie, pues lo hicimos nosotros», explica
Fermín González no es arquitecto, ni carpintero, sino sacerdote. Más concretamente, cura rural en Burgos, donde lleva 40 de sus 68 años de vida. A pesar de ello, ha construido más de 1.700 estructuras de madera gracias a las cuales se han podido salvar alrededor de 600 iglesias. «Yo no tenía ni idea de carpintería, ni de motosierras. Todo lo he ido aprendiendo poco a poco. No es mi formación. Yo me dedicaba a la educación. He trabajado mucho en la educación de adultos. Y la única afición que tenía, que me ha dado facilidad para lo de las estructuras, ha sido el dibujo», asegura en conversación con Alfa y Omega.
Todo empezó cuando le destinaron a la parroquia de Cebrecos. Allí se encontró una iglesia hecha polvo y, «como no teníamos dinero para encargar el arreglo a nadie, pues lo hicimos nosotros». Al final, el sacerdote y los propios fieles arreglaron todas las cubiertas del templo. «Empezamos por la torre, que es del siglo XVII, y luego ya intervinimos, en los años posteriores, sobre los pórticos y la sacristía», explica González, cuya historia ha salido a la luz en el canal Creo Tv, donde ha sido entrevistado por el periodista Álex Navajas.
«Empecé a lo bobo y han sido 22 años haciendo tejados por todos los pueblos, tomando medidas, levantando los planos de la iglesia, calculando las estructuras, dibujándolas, calculando la madera que iba a llevar y luego cortar y montar la estructura», explica el sacerdote en esa misma entrevista. Por eso, a Fermín González se le empezó a conocer como «el cura de la motosierra».
Pero esta era una labor que no solo hacía él. «Todos participaban», reconoce. «Hay muchos trabajos, como seleccionar las tejas o el de aplicar un barniz contra la carcoma, que lo puede hacer cualquier. No hay que ser arquitecto para eso», subraya. «Es como una especie de crowdfunding antiguo. Ahora la gente participa en un montón de causas desde su sofá, dando dinero. Nuestro caso ha sido diferente. Como no teníamos dinero, lo que hemos aportado ha sido nuestro trabajo. Recuerdo, por ejemplo, a un agricultor que nos dejaba su tractor para ir a por las maderas a la sierra o cuando alquilamos una serrería para cortar los troncos».
Al final, «levantar las cubiertas ha sido otra forma de hacer comunidad», concluye Fermín González. De hecho, «en muchas ocasiones, al acabar, hemos celebrado una Eucaristía con la gente del pueblo. Es como un recorrido, celebrar la vida y celebrar la fe, en el que tan pronto estás arreglando el tejado de una iglesia como acompañando a una persona mayor de la parroquia que está enferma».