El miedo a la factura marcará el invierno
La Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas presenta su informe Indicadores de pobreza energética en España en 2021. Crece el número de hogares que no puede mantener la casa caliente en invierno
Asier y Maite tienen dos hijas. Él está en paro y ella trabaja en el sector de la limpieza. A pesar de tener ingresos mensuales periódicos, después de cubrir el alquiler y las necesidades básicas, apenas pueden afrontar el recibo de la luz. Aun cuando tienen acceso al bono social que alivia su factura eléctrica, se ven obligados cada mes a negociar los pagos de las facturas con su compañía suministradora, y a veces hasta tienen que recurrir a la ayuda de alguna ONG para afrontarlas.
Asun es una jubilada de 72 años que cada invierno pasa dificultades para mantener su casa en condiciones mínimas de calor a cualquier hora del día. De cara a los próximos meses, ha renunciado a encender la calefacción por las mañanas y lo hará solo por la noche para templar su habitación antes de dormir: su pensión no le da para más.
Asier, Maite y Asun ponen rostro a una situación cada vez más frecuente en nuestro país, la de aquellas familias que tienen dificultades para pagar los recibos de luz y gas por el alza descontrolada de los precios, y la de aquellas a las que tener su casa caliente durante los meses de invierno directamente les arruinaría.
Este fenómeno de la pobreza energética ha sido analizado por la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas en su informe Indicadores de pobreza energética en España 2021, hecho público esta semana. En él recupera datos del año pasado para indicar, por ejemplo, que el número de hogares con temperatura inadecuada creció hasta el 14 % en doce meses, mientras que el número de familias que retrasó en el pago de sus facturas energéticas llegó hasta casi el 10 %.
Una tendencia en aumento
Concretamente, 4,5 millones de personas no pagaron facturas energéticas en fecha durante el año pasado, mientras que 6,7 millones no pudieron mantener su casa caliente. Se da la circunstancia de que la primera cifra se mantiene estable respecto a 2020 —dentro de su gravedad—. Sin embargo, la segunda supone un aumento de casi cuatro puntos comparada con el año anterior, y el doble comparada con 2019.
La imposibilidad de mantener el hogar a una temperatura adecuada durante los meses más fríos del año «es una tendencia preocupante que, además, se va acumulando año tras año», explicó José Carlos Romero, coordinador de la cátedra, en la presentación del informe de Comillas, el pasado martes. «Se trata de un dato muy significativo que tiene detrás varias posibles causas», añadió. El enero blanco que dejó en España el temporal Filomena sacó a la luz la poca eficiencia energética de muchas casas en nuestro país. Y esto se complementa con que los precios de la energía se desbocaron en julio. Al final, «muchas familias han dejado de consumir energía por miedo a la factura».
La Cátedra de Energía y Pobreza de Comillas alerta en este sentido de un fenómeno en aumento: la pobreza energética oculta severa, pues casi 3,3 millones de hogares dedicaron un porcentaje desproporcionado de sus ingresos a cubrir sus facturas de energía. Esto significa que todas estas familias gastan menos de la cuarta parte de lo que realmente necesitan para cubrir sus necesidades de calor en invierno.
En cualquier caso, José Carlos Romero matiza que detrás de la «triste realidad» de la pobreza energética, «no podemos olvidar a aquellas familias que directamente no tienen acceso a los suministros, algo que existe en nuestro país, como en el caso de la Cañada Real, en Madrid, y que queda fuera de los indicadores».
También queda fuera el estudio cómo están afectando las altas temperaturas de los últimos veranos, «algo que en este contexto de cambio climático es un fenómeno que está alcanzando cada vez más preocupación», dijo Efraim Centeno, director de la cátedra.
La respuesta del Gobierno
El informe valora positivamente las medidas implementadas por el Gobierno en los últimos meses para paliar esta situación: reducción del IVA, del impuesto de electricidad y de cargos y peajes en la factura eléctrica, tope al precio regulado del gas natural… «Sin ellas —dice el informe—, la pobreza energética oculta severa habría alcanzado a 200.000 hogares más. Si bien no consiguieron frenar el golpe, al menos supusieron un alivio para un porcentaje de hogares nada despreciable». Para Efraim Centeno, «se ha hecho un gran esfuerzo que no solo ha beneficiado a las personas más vulnerables. Ha sido una respuesta muy rápida y ha evitado los cortes de energía a los hogares. Las medidas han permitido evitar una situación más dramática. El escudo social para el detener el impacto ha estado bien planteado».
A pesar de que los datos del informe presentado por Comillas son de 2021, «a nadie se le puede escapar que la situación de precios extremos que estamos viviendo en 2022 está teniendo un impacto negativo en muchos hogares, y es algo que sin duda se verá reflejado en nuestro informe del año que viene», destacó el director de la Cátedra de Energía y Pobreza de Comillas.
Este panorama es, para Centeno, «el reflejo de una sociedad en la que muchas personas no pueden tener un vida en condiciones dignas». «Al final, la pobreza energética es una faceta más del rostro más amplio de la pobreza en España», aseveró.