Premio a toda una vida de servicio a la Iglesia: «A los 15 años ya era catequista y tengo 79»
María del Carmen Segura es una de las 12 personas que han recibido las Insignias Pro Ecclesia Diocesana por parte de la diócesis de Orihuela-Alicante. «La mejor medalla es poder estar al servicio de la Iglesia», asegura
En España todavía gobernaba Franco y la Iglesia universal acababa de clausurar el Concilio Vaticano II (CVII) unos pocos años antes. Por aquel entonces, María del Carmen Segura Almodóvar tenía 21 años y se acababa de casar. «Yo era jovencita, pero pude conocer cómo era la Iglesia de antes, cómo eran las Eucaristías, cómo se vivía, y te diré que el Concilio Vaticano II fue una revolución tremenda», asegura en conversación con Alfa y Omega.
Esta eldense recuerda cómo el CVII, el gran evento eclesial del siglo XX, «nos descubrió la belleza de lo que es la Iglesia, y sobre todo, la misión de los laicos». Unos años antes, «todo estaba dirigido por y para el clero y los religiosos, y todavía no se había reconocido el protagonismo que los laicos —que somos el grupo más numeroso— tiene en la Iglesia», asegura Almodóvar. Una realidad que ahora obliga necesariamente a estos a «asumir la responsabilidad que tenemos cada uno en la Iglesia».
Ella tomó cartas en el asunto con 15 años. A esa edad ya era catequista de niños y, posteriormente, lo fue también de adultos. Pero para María del Carmen no era suficiente y se lanzó a organizar el grupo de Acción Católica de su parroquia. Eran los años 70. «Había algunas personas mayores que formaban el grupo, pero fueron muriendo y me quedé yo al frente. Estuve unos 15 años como presidenta y la idea era ayudar con la formación de los fieles, pero con una perspectiva de evangelización», rememora.
Al final, Segura Almodóvar se ha pasado «toda una vida dedicada a la Iglesia. Empecé con 15 años y aunque no lo parezca tengo 79, así que llevo más de 60 años de servicio». Una ingente labor que ahora ha sido reconocida con una de las Insignias Pro Ecclesia Diocesana, una distinción que fue creada hace trece años por la diócesis de Orihuela-Alicante para reconocer el servicio pastoral que algunas personas han prestado a la sociedad y a la Iglesia local. «Estoy muy agradecida, pero, en realidad, para mí la mejor medalla es poder estar al servicio de la Iglesia y tener salud para poder continuar dando lo mejor que tengo», asegura.
El premio le fue entregado este domingo 6 de noviembre por la diócesis alicantina en la jornada en el que se celebra el Día de la Iglesia Diocesana. Junto a María del Carmen, fueron reconocidas otras 11 personas. «De todos ellos, llama la atención su dedicación, en la mayoría de casos durante toda una vida, al bien de la comunidad y al trabajo por ayudar a los demás. Algunos de ellos son sacristanes o catequistas que han dedicado mucho de su tiempo y esfuerzo a la vida parroquial, y otros han mostrado un gran compromiso con la sociedad y la Iglesia de Orihuela-Alicante desde diferentes movimientos, delegaciones, colegios o instituciones», destaca la Iglesia local.
María Dolores Osuna, por ejemplo, participó en el Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (FRATER) y fue una trabajadora incansable por los derechos de las personas con discapacidad. Pedro Valle, por su parte, ejerció de presidente de la adoración nocturna de Elche desde 1973 hasta 2020. Entre los premios, también se encuentra María Amparo Vera, que formó parte de la pastoral Salud de la diócesis y ha visitado a muchos familiares de los difuntos de la parroquia para transmitirles el pésame de su comunidad.
De igual modo, la diócesis de Cádiz y Ceuta ha entregado sus medallas Pro Ecclesia Gadicense et Septense, que reconocen la «dedicación de personas de nuestra diócesis en favor de la Iglesia en ámbitos como la atención a la comunidad parroquial, la caridad o el desarrollo de iniciativas pastorales».
En esta ocasión han sido galardonados, Jerónimo Vicente, secretario y coordinador de la Fundación Centro Tierra de Todos; José Ortega Díaz, director de Cáritas parroquial de Nuestra Señora del Carmen (Algeciras); y Diego Mejías, sacristán perpetuo de la Parroquia de San Benito (Puerto Real).