El templo mudéjar de Boadilla del Monte
La parroquia de San Cristóbal data del siglo XIII y es uno de los pocos ejemplos de la época que se han conservado íntegros en la Comunidad de Madrid. Restaurado en el 2010, el templo mezcla el estilo mozárabe con esculturas contemporáneas
La parroquia de San Cristóbal de Boadilla del Monte, localidad situada en la diócesis de Getafe, es uno de los templos más singulares de la zona, en primer lugar por su antigüedad. «Según nos dijeron los arqueólogos se construyó a mediados del siglo XIII; se puede ver en la tipología de la arquitectura y en los materiales empleados», explica el párroco, Julio Rodrigo. No hay muchos ejemplos en la Comunidad de Madrid de edificios de esa época conservados íntegros.
La historia de una pequeña población como Boadilla del Monte no es fácil saberla, pero encaja que este templo date del siglo XIII «porque a raíz de la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, toda esta zona se convirtió en una región segura, ya que la línea de la reconquista pasó al sur, a Despeñaperros», sostiene Rodrigo. Anteriormente no lo era, ya que había enfrentamientos continuos entre árabes y cristianos. Pero en cuanto llegó la paz se empezó a repoblar, y, por tanto, se levantaron iglesias para esos nuevos habitantes. Además, se construyó en la misma época y con la misma tipología una ermita dedicada a san Babilés, patrón de Boadilla del Monte, en el cerro donde fue su martirio.
El documento más antiguo conocido que hace referencia a la parroquia data del siglo XV. En él se recoge la visita que se hizo al arcedianato de Madrid por parte del Arzobispado de Toledo. La parroquia de San Cristóbal de Bovadilla, como la denominan, se describe como una parroquia de rentas y patrimonio muy sencillos.
Su estilo es románico, «un románico tardío o de inercia, que se suele llamar, pero fácilmente identificable», con tres naves rematadas con ábside en la cabecera. Lo más original del templo es que combina el estilo románico con los métodos constructivos del mudéjar, lo que ofrece al conjunto una especial singularidad. «Está hecho con ladrillo y basamento de piedra y madera; no es habitual encontrar un edificio con esta arquitectura y de ladrillo», explica el párroco. Todo esto fue posible recuperarlo gracias a la restauración que duró desde 2007 hasta 2010. Estaba muy deteriorada; tras la Guerra Civil quedó muy dañada —«esta zona fue frente; querían entrar las tropas nacionales a Madrid por aquí y hubo muchas batallas, además de la famosa de Brunete»— y «nos lanzamos a recuperar todo el sabor del templo mudéjar, bastante oculto».
La parroquia cuenta con un añadido barroco, una capilla construida en el siglo XVIII a petición de los señores de Boadilla del Monte, la familia González-Uzqueta, quienes también construyeron el vecino convento de la Encarnación. Esta capilla es como un templo en miniatura, «y en las pechinas de la bóveda se puede ver el escudo familiar de los promotores de la capilla, que la dedicaron en su origen al Santísimo Cristo de la Misericordia».
Durante la restauración «introdujimos nuevos bienes muebles», indica Julio Rodrigo. Por ejemplo, unas vidrieras hechas por Carlos Muñoz de Pablos, «que recuerdan a las de época medieval, con geometrías, y otras más clásicas, pero con tratamiento contemporáneo, que recuerdan la Anunciación».
Otro ejemplo son las imágenes del Buen Pastor y la huella del siglo XXI que hay en el presbiterio, realizadas por Jesús Curiá.
«Una de las esculturas del presbiterio muestra a un joven con bicicleta, y otra a una señora con una niña que vienen a catequesis; todos miran al Buen Pastor porque nos representan a nosotros, a la Iglesia». Para tomar esta decisión el párroco se inspiró en «las vírgenes del Amparo, que congregan a mucha gente». Curiá también diseñó la cruz parroquial, los candelabros y el ambón.
Como parroquia de estilo mozárabe, San Cristóbal acoge la celebración de la Eucaristía en este rito cada 24 de enero, en honor a san Babilés, obispo de origen navarro que, cuando en el año 711 los árabes tomaron Pamplona, logró escapar a Toledo, donde vivió un tiempo. Posteriormente se trasladó a Boadilla del Monte. Las familias cristianas del municipio le confiaban la educación de sus hijos. Sin embargo, hacia octubre del año 715 fue torturado y decapitado por los árabes junto a otros dos cofrades y 80 niños a los que enseñaba.