El más pequeño - Alfa y Omega

El más pequeño

Lunes de la 26ª semana del tiempo ordinario / Lucas 9, 46-50

Carlos Pérez Laporta
Jesús y el niño pequeño. James Tissot. Museo de Brooklyn, Nueva York.

Evangelio: Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.

Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:

«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mi; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».

Entonces Juan tomó la palabra y dijo:

«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir».

Jesús le respondió:

«No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».

Comentario

El más pequeño es el más importante. No es una simple llamada a la humildad. Parece que Jesús esté tomándoles el pelo, porque la paradoja desvirtúa todos los intentos por ser mejor seguidor de Jesús. Lo más pequeño es lo más importante; es decir, lo menos importante es lo más importante. Cuando intentamos tomarnos la fe en serio pasamos el día haciendo grandes esfuerzos por determinar toda nuestra vida, por hacer de ella un gran servicio a Dios. Queríamos ser grandes servidores de Dios. Y en esos esfuerzos perdemos de vista tantas veces lo más pequeño, lo más débil de nosotros; esa parte de nosotros que no llegamos a cambiar, que nos hace pequeños.

Olvidamos esa parte de nosotros que como mucho no está contra Jesús. Tener presente lo más pequeño y débil de nosotros es lo más importante porque es eso lo que Jesús viene a salvar. Nuestra pequeñez y debilidad es el mayor argumento a favor de Jesús porque es eso precisamente lo que Cristo ha venido a salvar. En nuestra debilidad está nuestra mayor fuerza y servicio a favor de Jesucristo.

Por eso, deberíamos situar nuestra debilidad en el centro, y no tratar de dejarla atrás. Nuestros legítimos esfuerzos por mejorar debieran siempre consistir en coger de la mano lo débil y lo pequeño de nosotros y ponerlo continuamente al lado de Jesús. Solo así serÍamos realmente importantes. Así tendríamos un puesto a la derecha de Jesús, porque Él está cerca de los que necesitan salvarse.