Francisco pide «no volverse atrás» en el proceso democrático de Kazajistán
Con el discurso a las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático ha iniciado la breve visita a este país de Asia central, una encrucijada geopolítica con un «rol fundamental» en la «atenuación de conflictos» como el de Ucrania
La Santa Sede «está cerca» de Kazajistán en su itinerario de democratización. Así lo ha afirmado Francisco en su primer discurso de su visita al país, durante el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático. Su labor, ha afirmado, es «conservar el genio y la vivacidad de un pueblo». Esta labor «se realiza de modo especial en el apoyo a la democracia, que constituye la forma más adecuada para que el poder se traduzca en servicio a favor de todo el pueblo y no solo de unos pocos».
El proceso iniciado en el país, «dirigido a reforzar las competencias del Parlamento y de las autoridades locales y, en términos más generales, a una mayor distribución del poder», es un camino «meritorio». Pero también «exigente», y que no será breve. Por ello, ha recordado la necesidad de «proseguir hacia la meta sin volverse atrás». Porque «la confianza en quien gobierna aumenta cuando las promesas no terminan siendo instrumentales, sino que se cumplen efectivamente».
Un tema de importancia para el Santo Padre es el «reconocimiento de los derechos, acompañados de los deberes». Solo así es posible la «tutela de la libertad». En este sentido, ha aplaudido la decisión de abolir la pena de muerte. Pero ha matizado que, «junto a eso, es importante garantizar la libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión, para dar espacio al rol único y equitativo que cada uno ocupa en el conjunto». Se trata de algunos de los derechos que se encuentran más restringidos en el país, según denuncian entidades como Human Rights Watch o Amnistía Internacional.
Luchar contra la corrupción
Más pasos que ha dado el país y que son del gusto del Pontífice son la renuncia al armamento nuclear y el desarrollo de políticas energéticas y ambientales centradas en la descarbonización y la inversión en renovables. Por otro lado, ha recomendado a los líderes políticos escuchar a la gente y dar respuesta a sus necesidades; que la sociedad civil se implique y «medidas para luchar contra la corrupción».
Asimismo, es preciso prestar «una atención particular» a «los trabajadores, los jóvenes y los sectores más débiles». Una de la principales necesidades de la población es la «seguridad económica». El Pontífice aludía a las regiones donde comenzaron en enero las protestas por el elevado precio de los combustibles, a pesar de producirse allí. Fue esta movilización la que, al trasladarse a la capital, desencadenó la crisis que dio lugar a este proceso de reforma.
Diálogo «con todos»
En su discurso, Francisco se ha presentado como «peregrino de paz, en busca de diálogo y unidad. Nuestro mundo lo necesita con urgencia», en medio de la «insensata y trágica guerra originada por la invasión de Ucrania». Kazajistán es un lugar especialmente adecuado para lanzar este llamamiento. Situado en Asia central y con fronteras compartidas con Rusia y China, es una «encrucijada de importantes intersecciones geopolíticas; lo que le da, por tanto, un rol fundamental en la atenuación de los conflictos».
En la misma línea, ha exhortado a «extender el compromiso diplomático en favor del diálogo y del encuentro». Para ello, ha pedido mirar «a los países más expuestos a las crisis causadas por la lógica del conflicto», no solo a los intereses propios. «Es la hora de evitar la intensificación de rivalidades y el fortalecimiento de bloques contrapuestos».
Son necesarios líderes internacionales que «permitan a los pueblos entenderse y dialogar, y generen un nuevo “espíritu de Helsinki”», ha dicho, en referencia a la cumbre en la que, en 1975, líderes de países de la OTAN, del Pacto de Varsovia y no alineados se comprometieron con el diálogo. Además, el Pontífice ha pedido reforzar el multilateralismo y construir un mundo más estable y pacífico. Pero para ello «es necesario la comprensión, la paciencia y el diálogo con todos. Repito, con todos».
Francisco ha pronunciado estas palabras en el auditorio Qazaq, de Nursultán. Antes, tras ser acogido en el aeropuerto por el presidente, Kasim-Jomart Tokaev, ha tenido lugar la ceremonia de bienvenida oficial y la visita de cortesía con este en el palacio presidencial.
El Santo Padre ha optado por hacer girar su intervención en el dombra, un instrumento musical típico del país. Todo un «símbolo de continuidad en la diversidad», que evoca la importancia de «no descuidar los vínculos con la vida de quienes nos han precedido» y con la tradición, «frente a los rápidos cambios económicos y sociales».
Ha recordado, en particular, «los campos de prisioneros y las deportaciones en masa» durante la época soviética. Una época oscura de cuya memoria, sin embargo, ha florecido «la atención por la inclusión».
Laicidad sana y equidad
Con 150 grupos étnicos y más de 80 lenguas, Kazajistán tiene la «vocación particular» de «ser país del encuentro». Un aspecto de gran importancia y urgencia hoy en día, al que «las religiones están llamadas a contribuir de modo particular». No en vano, el motivo de su visita al país es participar en el 7º Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, que se celebra hasta el jueves en Nursultán.
En este sentido, ha adelantado que «una laicidad sana, que reconozca el rol valioso e insustituible de la religión y se contraponga el extremismo que la corroe, representa una condición esencial para el trato equitativo de cada ciudadano, además de favorecer el sentido de pertenencia al país por parte de todos». Así, «la libertad religiosa constituye el mejor cauce para la convivencia civil». En especial «los católicos, presentes en Asia central desde tiempos antiguos, desean seguir testimoniando el espíritu de apertura y diálogo respetuoso que distingue esta tierra».