El actor de Hollywood Shia LaBeouf se convierte tras aceptar el papel del padre Pío
«Sé que Dios estaba utilizando mi ego para atraerme a Él», reconoce en una entrevista con el obispo Robert Barron
El actor de Hollywood Shia LaBeouf ha participado en películas como Indiana Jones o Transformers, pero su carrera se vino abajo debido a una serie de escándalos personales. Cuando peor lo estaba pasando, llegando incluso a pensar en el suicidio, el padre Pío vino en su rescate. Le ofrecieron encarnar al santo italiano de los estigmas para una película. Aceptó. Entonces, LaBeouf dejó atrás todo aquello y se convirtió al catolicismo.
Él mismo ha confesado su historia ante el obispo estadounidense Robert Barron, quien lo ha entrevistado durante 90 minutos para su canal de Youtube Word on Fire Catholic Ministries. «Tenía un arma en la mano». «Ya no quería estar vivo». «Sentía una vergüenza que nunca antes había experimentado. El tipo de vergüenza que te hace olvidar, incluso, cómo respirar». Sin embargo, «también sentía un profundo deseo de aguantar», dice Shia.
«Cuando todas mis estrategias para tener el control de mi vida saltaron por la ventana» y llegué a «infligir dolor y daños graves a otras personas», entonces «levanté las manos y dije: “Mis planes son una basura, ya no quiero seguir aquí”». Posteriormente, LaBeouf se dio cuenta de que todo esto «se requería para encarnar al padre Pío», que llegó a ser calificado de embustero e incluso fue espiado por la jerarquía eclesiástica.
El actor empezó a dar pasos agigantados hacia la fe cuando ingresó en un monasterio franciscano para conocer el estilo de vida del santo italiano. En realidad, acudió allí porque no le quedaba otra posibilidad. «No buscaba a Dios, me buscaba a mí y levantar mi carrera. Era el último tren, no tenía a dónde ir». De hecho, «nada me habría impulsado a irme allí si no hubiese pensado que tenía que salvar mi carrera», asegura.
Pero más que su carrera, LaBeouf consiguió salvar su vida. Una vez en el monasterio, el actor se sintió «engañado» por Dios. «Pero no como algo malo». Ahora «sé que Dios estaba utilizando mi ego para atraerme a Él, porque simultáneamente me estaba apartando de los deseos mundanos», reconoce.
En el monasterio, Shia entró en contacto con la oración, con el rosario y con la Misa, lo que le dejó profundamente impactado y tuvo consecuencias claras en su vida personal. «Mi madre no quiere saber nada de mí. Las noticias que le llegan son que maltrato a las mujeres, que le disparo a los perros, etc». Pero el intérprete llamó a su progenitora y le dijo que estaba bien y que la quería. «Me dijo que se alegraba mucho y, al colgar, sentí paz y que había vencido el resentimiento».
Tras aquella experiencias, conoció a san Agustín y santa Mónica. «Todo empezaba a encajar», asegura. «Veía a otras personas que habían pecado más allá de lo que yo podía imaginar y que habían encontrado a Cristo. Eso me dio esperanza», concluye.