Aunque a veces pueda parecerlo, el deseo de Dios nunca desaparece por completo «y asoma aún hoy en día, en muchos sentidos, en el corazón del hombre», dijo Benedicto XVI en la audiencia de la pasada semana, en su cuarta Catequesis dedicada a la fe. El problema es que «el hombre sabe bien lo que no le sacia», pero no siempre «puede adivinar o definir lo que le haría experimentar aquella felicidad de la que lleva en el corazón la nostalgia», dijo. Por eso —reconoció—, «de este deseo profundo no se puede llegar directamente a la fe». Antes, es preciso despertar su sentido religioso y, de entrada, el Papa propone «una especie de pedagogía del deseo», que, por ejemplo, inculque desde una temprana edad «el amor por el conocimiento, por el arte, por la belleza de la naturaleza…».