Giuseppe Midili: «La liturgia no tiene nada que ver con el ritualismo» - Alfa y Omega

Giuseppe Midili: «La liturgia no tiene nada que ver con el ritualismo»

En la carta apostólica Desiderio desideravi el Papa insta a no hacer un uso ideológico de la liturgia y pide superar tanto el esteticismo como la dejadez. Hablamos con el director de la Oficina Litúrgica de la diócesis de Roma

Victoria Isabel Cardiel C.
El sacerdote analiza los puntos más destacados de la carta apostólica Desiderio desideravi. Foto cedida por Giuseppe Midili.

¿Por qué cree que era tan importante para el Papa publicar este documento ahora?
El Papa habla de movimiento litúrgico, que es el contexto en el que nace la reflexión sobre la formación litúrgica. Uno de los objetivos principales era restituir la liturgia al pueblo, y el pueblo a la liturgia. Los Papas han hecho hincapié de manera sistemática en la formación litúrgica. Francisco especifica que la experiencia formativa no es algo que se puede conquistar de una vez y para siempre, porque el don del misterio de la celebración supera nuestra capacidad de conocimiento. Formarse para la liturgia significa comprender la teología litúrgica y una real implicación con la persona de Jesucristo.

En Desiderio desiderav, el Papa invita a «abandonar las polémicas», para «escuchar juntos lo que el Espíritu dice a la Iglesia». ¿A qué cree que se refiere?
Para explicarlo, el Papa cita la Evangelii gaudium cuando dice que sueña con un compromiso misionero para toda la Iglesia. Es decir, que las costumbres, los estilos y los lenguajes sean un canal adecuado para la evangelización. La celebración de la Misa será misionera si hace sentir la fuerza de la atracción que Jesús tiene al comer la Pascua con nosotros. Francisco también invita a redescubrir la belleza de la liturgia, que no es ni centrarse en una excesiva formalidad externa, ni hacer celebración superficial o cutre. Si estamos preocupados por crear polémicas sobre si es mejor una u otra forma de rito, perdemos de vista que la comunidad eclesial no sentirá el deseo fuerte de entrar en comunión con Cristo.

El Papa deja claro que las controversias litúrgicas esconden una raíz exquisitamente «eclesiológica». ¿Cómo podemos interpretar esto desde un punto de vista práctico?
Dice expresamente que las tensiones que existen no están ligadas a distintas sensibilidades, sino que son más bien tensiones que nacen de diferentes concepciones de la Iglesia. Ya no existe una Iglesia piramidal. Si no apreciamos el fondo eclesiológico que está detrás de la reflexión litúrgica del Concilio Vaticano II, la liturgia queda como un puro ritualismo. En cambio, es la acción más alta a la que Dios llama a la Iglesia. Francisco cita un discurso de Pablo VI de 1963 en el que reivindica una liturgia que sea más comprensible para los fieles y más acorde con el mundo contemporáneo.

Claves
  • La belleza de la celebración cristiana no debe verse desfigurada por una «comprensión superficial» o «por su instrumentalización al servicio de alguna visión ideológica».
  • «Detrás de las batallas sobre el ritual, en definitiva, se esconden diferentes concepciones de la Iglesia».
  • La liturgia «no puede reducirse a la mera observancia de un aparato de rúbricas» ni puede pensarse en una «fantasiosa —a veces salvaje— creatividad sin reglas».
  • Hay «un exagerado personalismo en el estilo celebrativo que, en ocasiones, expresa una mal disimulada manía de protagonismo».
  • La fe cristiana debe ser un «encuentro vivo» con Dios que se cumple en la liturgia, que «garantiza la posibilidad de tal encuentro».

¿En qué consiste la formación que pide Francisco?
El Pontífice explica que es necesario que la ciencia teológica sea traducida en un lenguaje accesible para que todo fiel conozca el sentido teológico de la celebración, el dinamismo de la liturgia y su validez antropológica. Es muy concreto y explica que no ha querido hacer un manual o un directorio de reglas, sino invitar a toda la Iglesia a custodiar y vivir la verdad y la fuerza cristiana. Este es el camino que tenemos por delante.

¿Qué relación hay entre la formación del clero y la de los laicos?
Francisco retoma una idea clásica, porque la formación de los fieles no puede prescindir de una formación del clero que cuenta con el estudio de la liturgia, primer paso para entrar en el misterio celebrado. El segundo paso es la experiencia de fe viva que se cumple en la liturgia.

¿Qué podemos destacar hoy de la reforma litúrgica nacida hace 50 años?
La reforma fue desarrollada por la constitución Sacrosanctum concilium, una de las cuatro constituciones conciliares emanadas del Concilio Vaticano II. Pero hemos vivido en una ilusión al pensar que bastaba promulgar el documento para que todo el camino pastoral estuviera cumplido. No es así; la reforma litúrgica va construida en cada parroquia. El motivo por el que el Papa insiste en la formación litúrgica es porque hay dos extremos: por un lado, una excesiva superficialidad, un modo pobre de celebrar. Y por otro, un cuidado excesivo de la forma del rito, sin tener en cuenta el espesor espiritual. El concilio pedía una noble sencillez en la celebración y esto todavía no se ha conseguido. Los riesgos son dos, poner demasiado acento en la nobleza, haciendo que la celebración sea para un grupo de élites, o que sea demasiado sencilla.

Bio

El fraile carmelita Giuseppe Midili es el director de la Oficina Litúrgica de la diócesis de Roma. También trabaja como profesor de pastoral litúrgica en la Universidad Gregoriana y el Pontificio Instituto Litúrgico Sant’Anselmo, uno de los centros de excelencia litúrgica de todo el mundo. Desde 2013 es consultor de la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice.

El Papa dice que esta reforma puede ser un antídoto válido contra el desconcierto de la posmodernidad, el individualismo, el subjetivismo y el espiritualismo abstracto. ¿Está de acuerdo?
Nuestra sociedad necesita un aparato simbólico, pero no es capaz de interiorizar los signos. O se han creado símbolos nuevos que carecen de fuerza, o se han destruido los antiguos y se han quedado en el vacío. La liturgia nos hace salir del yo porque la Iglesia reza como un nosotros, como un cuerpo y una comunidad. En un mundo cada vez más individualista, está llamada a recuperar la capacidad de comprender los símbolos.

El Pontífice insiste mucho en la necesidad de una formación litúrgica en los seminarios. ¿Por qué?
En los seminarios hay un riesgo real de concentrar toda la formación en el aspecto teológico, dejando de lado la formación litúrgica, que debe estar fundada en la experiencia de la celebración de la Eucaristía. Los futuros curas deben aprender que en la praxis celebrativa se ve lo que la Iglesia cree, la teología, y por eso no tiene nada que ver con el ritualismo.

Tras el Concilio Vaticano II, ¿qué supuso para la liturgia la introducción de las lenguas habladas?
Ha favorecido ciertamente la comprensión. El mundo contemporáneo —como decía Pablo VI— está acostumbrado a comprender. Pero no ha dispensado la liturgia, cuyos elementos precisan de una explicación. Basta pensar a palabras como memorial, sacrificio, alianza o misterio. Necesitan una explicación previa. De ahí la importancia de la formación.

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