«Yo me quedo con mi pueblo» - Alfa y Omega

«Yo me quedo con mi pueblo»

Cristina Sánchez Aguilar
Monseñor Juan José Aguirre, con los fieles de su diócesis, en Bangassou.

El ataque de los rebeldes de la coalición Seleka a la República Centroafricana no es un hecho aislado, sino que muestra el avance de la sharia en el África subsahariana. El penúltimo episodio fue el conflicto en Malí. Países como Sudán, Mauritania, Níger, Nigeria, Chad, Eritrea, Burkina-Faso, Argelia en el norte, y la República Centroafricana, sufren las consecuencias del islamismo radical, que penetró en el continente africano hace 30 años por el Cuerno de África y, paso a paso, va aumentando su área de influencia: «El cinturón del Sahel –desde Eritrea y Somalia hasta Mauritania– es un territorio estratégico porque, además de implantar la ley islámica, los terroristas buscan, en este territorio que cruza África y conecta con Europa, la libre circulación de armas y droga, que es el comercio del que se nutren económicamente», explica el padre Manuel Gallego, de la Orden de los Misioneros de África –que lleva desde 1977 en Malí–, a este semanario.

Ahora, le ha tocado el turno a la República Centroafricana, un país «rico en recursos naturales, con oro, diamantes, mucho uranio, y una gran bolsa de petróleo en el norte», como explica don Miguel Aguirre, hermano del obispo español de Bangassou, monseñor Juan José Aguirre. La Seleka ya ha arrasado decenas de ciudades en el país, y ha llegado a Bangui, la capital, donde ha tomado el Palacio presidencial –el presidente Bozizé logro huir, el domingo y está refugiado en Camerún– «y están dedicándose al pillaje y al salteo de la ciudad. El domingo, entraron en la catedral durante la Misa de Ramos, y a gritos dijeron que quienes tuvieran un coche o una moto les dieran las llaves, y se llevaron todos los vehículos. Después, fueron a la Conferencia Episcopal, a la casa del Padre Pío, a la de las Hermanas de la Santa Familia y muchas otras Congregaciones, a robar», según contó monseñor Aguirre en directo a la Cadena COPE, el lunes por la tarde, mientras se escuchaban tiros de fondo.

Monseñor Nzapalainga, arzobispo de Bangui, en una entrevista a Radio France International, se pregunta si son actos deliberados de intimidación contra los cristianos: «Es hora de poner rápidamente fin a estas acciones, que pueden provocar entre la gente sentimientos anti-religiosos, o que podrían sugerir que esta crisis tiene como objetivo a los cristianos», pidió. Aunque no deja de ser llamativo que, mientras las mezquitas están intactas, «en todas las ciudades que han saqueado, los rebeldes han atacado las misiones católicas, porque llevan de antemano una lista», explica monseñor Aguirre en un correo electrónico enviado a su hermano, donde reconoce «ser uno de los primeros» de dicha lista.

Lo que le ha salvado ha sido no estar Bangassou en el momento del ataque a la ciudad. Pero, ahora, no puede volver, y eso es lo que más le pesa: «Tengo fastidio de no estar allí, con los enfermos de sida, los huérfanos, la gente de la parroquia… Quiero estar con ellos, porque la suerte de mi pueblo es mi propia suerte», explica en COPE. En su diócesis, «varios sacerdotes y monjas siguen escondidos, los niños del orfanato no sé dónde han ido, y los ancianos de la casa de la Esperanza no se han movido; incluso, a varios enfermos que estaban con medicación intravenosa, los rebeldes los han tirado al suelo para llevarse los colchones», continúa.

La gran incógnita es por qué Francia no ha intervenido, como hizo en el reciente conflicto maliense. Monseñor Aguirre reconoce que el embajador francés «me dijo que ésta no era su guerra. Enviarán 200 soldados para hacer un corredor humanitario y liberarán el aeropuerto para sacar a los franceses y europeos que estén bajo su paraguas, pero nada más. Francia no se interesa en la historia por rencillas con el antiguo Presidente», explica. Ahora, «estamos expuestos a lo que digan los líderes de la región, porque, si imponen por la fuerza un régimen islámico, los otros países van a echarse a temblar», añade.

Mientras, en España, su hermano recauda fondos para ayudar a monseñor Aguirre a reconstruir su diócesis. Toda la información en www.fundacionbangassou.org