Con un presupuesto de 20 millones de euros tirados por la borda, Sin límites ha zarpado con cuentagotas, entre el estupor general de los seriéfilos y el escándalo de historiadores, hartos de tanta memoria histórica trufada de posverdad y de que el enemigo lo tengamos siempre en casa. De la mano de Amazon Prime y RTVE, Sin límites es una miniserie de seis capítulos breves (en torno a 40 minutos de duración cada uno), dirigida por Simon West y protagonizada, entre otros, por Álvaro Morte y Rodrigo Santoro en los papeles de Elcano y Magallanes.
Hay que reconocer que, lo que hemos visto hasta ahora, es un producto entretenido y que si de evadirnos al margen de la historia se tratara y esto fuera un Piratas del Caribe con palomitas de por medio, hasta la cosa tendría su gracia. Pero como quiera que se trataba de celebrar, en teoría con una ficción de altura, el V centenario de la gesta de los insignes navegantes que por primera vez circunnavegaron la Tierra, Sin límites no pasa de ser una broma pesada. Aquí haría falta un Ministerio del Tiempo para recordar hasta qué punto debemos empeñarnos en que nadie ponga sus manos sobre la historia para cambiarla a su antojo. Además, la promoción ha venido precedida, por parte de alguno de los actores principales, de perlas como que tenemos que admirar a estos héroes sobremanera, porque en el siglo XVI los que se echaban a la mar, pensaban que la Tierra era plana, o que, para evitar que un personaje como Elcano se politice, ya lo ha convertido él en «un tipo que busca siempre el consenso, que persigue el bien común, que somete a votación las grandes decisiones que toma, y que es muy de izquierdas y cero totalitario».
Ante tal panorama, yo a mis universitarios de Comunicación Audiovisual, les voy a pedir que lean Elcano, de Tomás Mazón (Ediciones Encuentro), que cotejen con la serie, y que saquen sus propias conclusiones, para plantearme el guion que ellos escribirían. Hay que resistir creativamente. Esa es la épica. Es eso o el naufragio total.