El pasado 17 de abril, el Papa Francisco enviaba un mensaje a los obispos argentinos, en el cual les expresaba un deseo muy significativo: «Me gustaría que los trabajos de la Asamblea tengan como marco referencial el Documento de Aparecida y Navega mar adentro [aprobado por los obispos argentinos en mayo de 2003]. Allí están las orientaciones que necesitamos para este momento de la Historia». Hoy, muchos fieles de la Iglesia católica –e incluso quienes no lo son– analizan cada palabra del Papa para ver el camino por donde conducirá a la Iglesia. A estas alturas ya han surgido preguntas como: ¿Qué idea tiene el Papa sobre la nueva evangelización? ¿Se perderá el impulso de Benedicto XVI, o aportará novedades significativas? Las respuestas podemos intuirlas en el documento Navega mar adentro. Su contenido no es privativo de la Iglesia en Argentina; todo él sigue el espíritu de la nueva evangelización promovida por Juan Pablo II e impulsada por Benedicto XVI, y su lectura es recomendable no sólo para conocer de dónde viene el Papa Francisco, sino también a dónde nos quiere llevar. A quienes buscan contraponer la figura de Benedicto XVI como el Papa del binomio fe-razón, y la de Francisco como del binomio fe-justicia, les sorprenderá comprobar cómo, en Navega mar adentro, se encuentran recogidas las ideas centrales –si acaso con un lenguaje diferente– y las grandes preocupaciones que llevaron al Papa alemán a instituir el Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización.
En un lenguaje sencillo y práctico, comienza reconociendo la espiritualidad que debe animar la acción pastoral; y realiza una lectura crítica de la realidad, denunciando con audacia profética todo lo que se opone a la dignidad de la persona. Pero es el capítulo tercero, El contenido de la nueva evangelización, el de mayor densidad; se afirma que tal contenido es una persona, Jesucristo, en línea con lo expresado por Benedicto XVI en Deus Caritas est: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida».
La originalidad de los pastores argentinos está en que, a partir del núcleo evangelizador, Jesucristo, agregan la visión trinitaria a través de seis dimensiones que explicitan y profundizan el anuncio: Jesucristo es la feliz noticia; es el rostro humano de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; es el rostro divino del hombre y nos revela su dignidad; es el rostro del hombre sufriente; la comunión eclesial es el reflejo de la Trinidad; y la comunión de la Trinidad es el fundamento de nuestra convivencia social.
La conocida exhortación de Juan Pablo II sobre la nueva evangelización –nueva en su ardor, nueva en sus métodos, nueva en su lenguaje– está muy presente en Navega mar adentro, enriqueciendo el documento; ello debe animarnos a su lectura, sobre todo a los católicos europeos, necesitados como estamos de aire fresco, venido de lejanas tierras de misión.
Juan Caamaño Aramburu