Visto para sentencia el juicio a los ancianos provida de Zaragoza: «Parece que no tenemos derecho a nada»
Los hechos tuvieron lugar antes de entrar en vigor la última reforma del Código Penal. «Estamos haciendo lo que tenemos que hacer», dice la vicepresidenta de AMAVI
El Juzgado de Instrucción número 8 de Zaragoza acogió este martes el juicio contra dos ancianos provida que rezaban e informaban en la calle frente al abortorio Actur. «Es un abortorio, no una clínica, como se suele decir», aclara Margarita Cabrer, vicepresidenta de la asociación Círculo AMAVI, que tiene un local en la acera de enfrente de donde está situada Actur.
Los hechos sucedieron el 4 de abril, cuando aún no había sido publicada en el BOE la reforma del Código Penal que penaliza como «acoso» rezar frente a este tipo de centros e informar a las mujeres que entran en ellos sobre las alternativas que tienen ante el aborto.
Ese día, la gerente de Actur denunció que a las 10:00 horas un grupo de personas estaban insultando e increpando a la gente que entraba en su local. Cuando más tarde se personó la policía identificó a dos personas –José Luis y Mari Nieves, de 87 y 80 años– que iban calle arriba y abajo rezando el Rosario. «Les dijeron que por qué no rezaban en el local, y ellos contestaron que así pueden ofrecer folletos informativos sobre alternativas al aborto a las personas que pasan por la acera», cuenta Cabrer.
En el juicio, el abogado de los acusados defendió que a la hora en la que la propietaria dijo que tuvieron lugar los hechos ellos estaban en Misa, y aportó el testimonio de varios testigos que lo confirman.
Hoy, a la espera de que el juzgado emita la sentencia en los próximos días, José Luis y Mari Nieves «se encuentran muy tranquilos y con mucha paz. Solo quieren desaparecer por un tiempo», cuenta la vicepresidenta de AMAVI.
Desde entonces, la asociación ha seguido con sus actividades habituales frente al abortorio. «Hemos seguido abriendo el local, hemos ido a rezar, y seguimos informando a la gente. Estamos haciendo lo que tenemos que hacer», confirma Margarita Cabrer, para quien lo que ha sucedido es «una muestra del acoso que tenemos habitualmente los provida, y que va a seguir existiendo. Parece que los cristianos no tenemos derecho a nada».
Para ilustrarlo relata los insultos y actos vandálicos a los que se ven sometidos de vez en cuando los voluntarios de la asociación. «Nos han roto el cristal del local, han hecho pintadas, se han asomado a la puerta y nos han gritado: “Vamos a tener que ir a romperos el escaparate”… Nosotros lo único que hacemos es dar ropa, carritos y pañales. Solo queremos ayudar a las mujeres», cuenta Cabrer.
En este sentido, pide «desmitificar» tanta «palabrería» en torno a las ayudas a la mujer, porque «aquí sabemos que cuando una mujer va a abortar está sola y después sigue sola, y con más peso todavía sobre su espalda». En cambio, las que acuden a AMAVI «agradecen sobre todo que las quieras escuchar, porque nadie más lo hace».