El próximo 13 de octubre serán beatificados otra multitud de Siervos de Dios, de diversas diócesis y Congregaciones religiosas de España, víctimas de la persecución religiosa del siglo XX. Desde ahora, sus nombres estarán inscritos en el Martirologio de la Iglesia y serán objeto de veneración y de culto.
Con ello, la Iglesia sólo desea exponer a la luz el testimonio de hombres y mujeres que murieron por causa de Cristo. Si no hubieran sido de Cristo, o no hubieran tenido fe, no los habrían matado violentamente. Y no les admira como héroes, sino como testigos de la fe. No es la muerte violenta lo que hace que uno sea mártir, sino la causa de esta muerte. Los mártires morían por Jesucristo, y tenían la certeza de que el destino de Cristo en la gloria era su propio destino. Jesucristo es la causa y el fundamento de todo martirio.
La glorificación de estos mártires es una proclamación de paz y de reconciliación. Su martirio es una lección ante la Historia y un ejemplo a seguir por los cristianos. La valentía de los mártires ante la muerte violenta no fue mérito suyo, sino una gracia de Cristo. La Iglesia, cuando beatifica a estos Siervos de Dios, no lo hace por venganza, ni para una reparación de la justicia humana, sino para afirmar que el bien es siempre superior al mal. Es muy apropiado que Tarragona acoja esta emotiva ceremonia, ya que el primer fulgor del martirio en tierras de Hispania brilló en la antigua Tarraco, con el de los santos Fructuoso, obispo, y sus diáconos Augurio y Eulogio.
Con gran alegría invito a todos a participar en esta celebración en la que nos uniremos a las diócesis hermanas y a las familias religiosas, que acudirán a Tarragona para participar en una jornada que desearía hicierais íntimamente vuestra. Durante su vida, el obispo Manuel Borràs Ferré y sus compañeros mártires formaron parte de las Iglesias que peregrinan en España y las sirvieron hasta el final, hasta derramar la sangre. Es justo, pues, que estas Iglesias estén presentes en la hora de su glorificación, recojan con amor su testimonio y den gracias a Dios. Es el mismo Espíritu quien nos une en la profesión de una misma fe, por la que murieron los mártires. Que este día sea un día de alabanza a nuestro Salvador.