Puigdemont y dos emisarios rusos quisieron reunirse con Becciu - Alfa y Omega

Puigdemont y dos emisarios rusos quisieron reunirse con Becciu

En una nueva sesión del juicio contra él y otros nueve acusados, el cardenal fue interrogado durante ocho horas

Redacción
Tercera sesión del juicio, el 17 de noviembre de 2021. Foto: CNS.

El nombre del expresidente catalán Carles Puigdemont apareció el jueves en el juicio contra el cardenal Angelo Becciu y otros nueve imputados sobre la gestión de los fondos de la Secretaría de Estado, y en concreto sobre la compraventa de un edificio en Londres que acabó en estafa. El jueves se depositó una carta firmada por la exasesora del cardenal, Cecilia Marogna, también imputada, con fecha 17 de mayo, en la que se cita a Puigdemont. Señala que el empresario romano con contactos rusos Piergiorgio Bassi, socio de una empresa de inteligencia y seguridad con sede en Suiza, transmitió a Marogna la intención de Puigdemont de mantener una reunión con Becciu «durante el periodo de la crisis española por el referéndum independentista catalán», informa EFE.

Las 22 páginas del relato de Marogna, añade Vatican News, mencionan también a dos rusos, Goloschchapov Konstantin Veniaminovic y Lukjanov Vladimir Nikolayevich, supuestamente delegados diplomáticos de Vladimir Putin. También a través de Bassi, solicitaban un encuentro con Becciu para recibir en don las reliquias de San Nicolás de Bari. «La conversación es confidencial y no quiero mencionarla», respondió Becciu. Los mismos rusos –continúa el documento– supuestamente reclamaron un fideicomiso llamado «Imperial», depositado desde hace muchos años en el IOR, y que en realidad es inexistente.

En relación con la solicitud de Puigdemont, relata Marogna, «hablé de ello con el cardenal, que me dijo que estaba disponible para escuchar lo que ocurría en España y si habría márgenes para la intervención diplomática del Vaticano», indica Marogna. La imputada recuerda en la carta que Bassi le dijo que «Puigdemont no podía viajar en ese momento» y que la solución era concertar «una videollamada vía Skype» entre Becciu y el líder independentista catalán, incluso con la presencia de la exasesora si el cardenal así lo pedía.

Una cuenta de Skype específica

«Me puso una condición bastante extraña: Bassi pidió que la videollamada por Skype tuviera lugar exclusivamente en el piso privado del cardenal Becciu (en la Santa Sede) bajo la supervisión y por mediación de uno de sus colaboradores más cercanos (de identidad desconocida)», que acudiría al lugar con un ordenador «para utilizar una cuenta de Skype específica», se lee en el texto.

La exasesora del cardenal admite que la idea le pareció «insólita e ilógica, como mínimo», porque Becciu y ella tenían cuenta de Skype operativa que podría haberse usado para la ocasión. «Bassi me dijo que no “funcionaba” así, y que solo siguiendo sus instrucciones se podía realizar la videoconferencia», argumenta.

«Tanto Becciu como yo opinamos que algo no estaba del todo claro y le pedí a Becciu que declinara la supuesta petición de Bassi, diciendo que, tal vez, dada la gravedad política de la situación española, hubiera sido mejor que el presidente Puigdemont enviara una petición oficial a la Secretaría de Estado para solicitar un contacto diplomático entre las instituciones pertinentes, para evitar cualquier instrumentalización y un incidente diplomático», concluye.

El Papa decidió destituir a Milone

En la sesión del miércoles, Becciu rechazó que tuviera alguna responsabilidad en la destitución del revisor general de finanzas Libero Milone en 2017. Según él, la decisión fue del papa Francisco. El Pontífice había perdido la confianza en el auditor y el acusado se limitó a cumplir «la orden del Santo Padre», dijo Becciu en la audiencia, informa Efe citando medios italianos. El interrogatorio se prolongó durante ocho horas. «En los últimos días pregunté al Papa si podía hablar libremente y me dijo que sí, por lo que quiero aclarar brevemente lo que sé».

Becciu es uno de los imputados en este juicio, que busca aclarar algunas irregularidades en la gestión de los fondos de la Secretaría de Estado, como el caso de la compraventa, terminada en estafa para el Vaticano, de un edificio en el centro de Londres, que acabó generando cuantiosas perdidas. En 2020, tras destaparse las irregularidades, el Papa retiró todos los derechos de cardenal a Becciu y le apartó de su cargo como prefecto de la Congregación para la Causas de los Santos.

Milone, de 69 años y con una amplia experiencia en el ámbito financiero internacional, presentó su dimisión en 2017, después de que en 2015 Francisco le nombrara como el primer revisor de las cuentas de la Santa Sede con el objetivo de supervisarlas y dotarlas de mayor transparencia.

El auditor explicó entonces a varios medios que su renuncia se había producido bajo intimidación y amenazas de detención. El Vaticano respondió con una nota diciendo que se había extralimitado en sus funciones y había investigado de forma ilegal la vida privada de algunos exponentes de la Santa Sede.

Los acusados en este juicio son diez: además de Becciu, la exasesora del cardenal Cecilia Marogna; el bróker Gianluigi Torzi; Enrico Crasso, financiero de referencia de la Secretaría de Estado, así como el expresidente y el exdirector de la Autoridad de Información Financiera (AIF), René Brülhart y Tommaso Di Ruzza, respectivamente. También monseñor Mauro Carlino, exsecretario del purpurado; el banquero Raffaele Mincione, el abogado Nicola Squillace y el funcionario de la Santa Sede Fabrizio Tirabassi.