No hay tipos de madres, hay madres. Madres que dan a luz a sus hijos, como mi madre, Merche, que me dio la vida a mí. O como las mamás que dieron a luz a mis hijos y también me dieron la vida a mí. Hay madres como Alicia, que ha abrazado con fuerza durante mucho tiempo una foto y, después de esa larga espera, hace unos días se encontró con su hija; o como Elisa, que no sabe cuándo podrá abrazar a su hijo. Mamás como Nerea, Carmen, Laura, Leticia… que esperan incansablemente y no saben si algún día habrá niños correteando por su casa. Todas son madres, con un corazón enorme. Dispuestas a dar la vida por sus hijos. No hay tipos de madres, solo hay madres conjugando el verbo amar en todos sus tiempos y formas: pasado, presente y futuro; y, eso sí, siempre de forma incondicional.
Desde que estamos por primera vez con nuestros hijos y los tomamos en brazos, sin darnos cuenta, ponemos nuestro corazón en sus manos, en esas manitas diminutas, y lo dejamos ahí expuesto de una manera que no podemos ni imaginar. Cuando ellos sufren, nosotras también lo hacemos y cuando son felices, rebosamos de felicidad, precisamente porque nuestro corazón está ahí, totalmente expuesto con ellos. Al principio esto nos aterra. Poco a poco descubrimos que a un hijo solo se le puede amar así, entregándole el corazón, sin más.
Cuatro letras que nos cambian la vida, la mirada y hasta la identidad. Dejamos de ser Merche, Alicia, Elisa, Nerea, Carmen, para ser mamá o «la mamá de».
En mayo celebramos el día de la madre. Nunca me voy a olvidar de mi primer collar de macarrones a juego con sus pendientes y anillo. Los guardo como si fueran de oro y piedras preciosas. Cada año se levantan nerviosos con ganas de entregar sus joyas de macarrones, papel o plastilina, de recitar poesías que han aprendido, o de cantar canciones que han inventado, todo para poner súpercontenta a mamá. Y mamá ahí pararía el tiempo para saborear cada instante con ellos.
Dios también quiso tener una mamá, tan especial y tan buena que tuvo en sus manos la salvación del mundo. Y por ello no le dedicamos solo un día, sino todo el mes de mayo. Dios nos la entregó como madre de todos y Ella es nuestro modelo. Ojalá todas nos parezcamos un poquito a Ella.
Lleva @mishilosrojos