Ignacio Peyró: «A veces los emoticonos pueden dar matices al discurso»
Dirige desde 2017 el Instituto Cervantes de Londres, actividad institucional que compagina con una prolífica actividad literaria y periodística: su caso demuestra que una prosa sofisticada no tiene por qué estar reñida con el éxito de ventas: Pompa y Circunstancia ya va por su sexta edición.
¿Cuántas personas hablarán español en el mundo hacia 2050?
Las estimaciones indican que serán algo más de 750 millones de personas; y serán 1.200 millones, aproximadamente, los que se junten si hablamos del español y portugués. Estamos hablando, según el anuario del Instituto Cervantes, de un 7,7 % de la población mundial.
¿Será la misma distribución geográfica que ahora?
Lo que las tendencias indican es un fuerte crecimiento de hispanohablantes en Estados Unidos: entre 2050 y 2060 uno de cada tres estadounidenses será hispano. Será Estados Unidos el segundo país hispanohablante del mundo después de México, siempre hablando del número de habitantes. En todo caso, a la larga, se supone que va a bajar un poco el número de hispanohablantes por un descenso de habitantes en Hispanoamérica frente a la explosión demográfica de países africanos.
¿Y en Asia?
No tengo datos concretos de Asia, pero sí puedo decir, por ejemplo, que el Instituto Cervantes va a abrir una sede en Seúl, porque hay una gran demanda de español. Por otra parte, algunos de los centros con más volumen de demanda de cursos de la red son de la India, de Nueva Delhi, por ejemplo. También es verdad que el estudio del español está repuntando en un lugar donde hay unas evidentes conexiones históricas y lingüísticas como es Filipinas.
La cantidad será vana si no va asociada a la calidad. ¿Cuáles serían las claves para mejorar un uso, tanto escrito como hablado, de una lengua española algo maltratada?
No se trata de hablar con periodos aticistas, pero creo que todo lo que sea hacer énfasis en la expresión, en la redacción y en la expresión lectora será muy importante. Junto a eso, también, la conciencia de que hablamos una lengua de gran riqueza. Por tanto, nos da la posibilidad de sentir un sano orgullo. Cada uno ha de preservarla y protegerla.
¿Se consolidará la tendencia banalizadora de palabras malsonantes?
Las palabras malsonantes no solo pertenecen al español. Las hay en todas las lenguas. De hecho, en español pueden tener una viveza singular. Pero es obvio que si su uso puede enriquecer el discurso, su abuso lo empobrece.
¿Se sabe dónde estarán los yacimientos lingüísticos que mejorarán el español?
Tenemos ante todo una labor por delante: asegurar su presencia. En primer lugar, como lengua de ciencia y tecnología. Y en segundo lugar, como lengua asociada al mundo empresarial.
¿Representa un peligro el cada vez mayor uso de símbolos y emoticonos en la expresión escrita?
Es curioso. Tengo dudas. Por otra parte, creo que es inevitable hasta cierto punto. A mí me gusta un cierto cuidado clasicista del lenguaje, pero entiendo que si se usan determinados iconos es porque hay también una intuición lingüística o comunicativa de las personas que les llevan a hacerlo. Y creo que a veces pueden amplificar o dar matices al discurso.
¿Para cuándo un nuevo Galdós?
Estará bien que haya un nuevo Galdós, pero de momento tenemos uno cuya obra es casi interminable y que necesita siempre relectura: es inagotable.