Las imágenes de la Virgen de Fátima
Tras la Segunda Guerra Mundial, varios países solicitaron que la estatua de la Virgen fuese peregrina
El primer escultor que se aventuró a poner sobre madera la aparición de la Virgen de Fátima fue José Ferreira Thedim. Se la encargó Gilberto Fernando dos Santos en 1920. Las dimensiones de la escultura eran de 1,10 metros y su peso de 19 kilos. Fue tallada en madera de cedro, y la llamó Nuestra Señora del Rosario, tal como la Virgen de Fátima se había denominado en la aparición. Al acabarla tuvo una entrevista con Lucía dos Santos, la cual le aconsejó algunas modificaciones para que la imagen fuese lo más fiel posible a lo que ella vio. Una vez finalizados los retoques, se trasladó oficialmente para su veneración en el santuario de Cova da Iria.
Según otros archivos portugueses, esta primera imagen fue restaurada por primera vez en 1951 por el propio escultor, y, años después, en muchas más ocasiones. Su último análisis de conservación fue en 2013. El rector del santuario de Fátima ofreció en una rueda de prensa información sobre las conclusiones del estudio científico de la imagen. En ella habló sobre los métodos no invasivos utilizados, y que se conserva el decorado «de oro de 22 quilates con incrustaciones de diamantes y otras joyas». Por motivo de los desplazamientos de esta escultura, y por factores ambientales, presentaba algunas grietas y daños en la policromía superficial.
Después de la Segunda Guerra Mundial, al verse cumplida la profecía de la Virgen aparecida en Fátima, hubo un repunte de la devoción a esta advocación y se solicitó que la estatua peregrinase por las capitales europeas. Las peticiones eran abundantes y persistentes. Ferreira Thedim decidió entonces crear una estatua nueva, y volvió a entrevistarse con sor Lucía que, a su vez, recibió una solicitud del obispo de Leiría para hacer peregrinar a la imagen original hasta una serie de comunidades que la solicitaban. Al encontrarse con estas dos imágenes y la alta demanda de desplazamiento de la misma, sor Lucía recomendó que la segunda y nueva imagen pasase a ser la Virgen peregrina, y así fue. El 13 de mayo de ese mismo año coronaron a esta nueva escultura como la oficial Virgen peregrina. Esta réplica ha realizado más de medio siglo de peregrinaje, visitando 64 países de todos los continentes. Como la demanda era tan alta, se le encargó a Thedim otra copia que peregrinase por otros impacientes lugares. El artista creó más de tres.
Existen muchas variaciones en la representación de la Virgen de Fátima. En su imagen comercial se ve muy a menudo el añadido de dos palomas blancas a sus pies, porque en la primera peregrinación de la estatua original de Cova da Iria a Lisboa, en 1942, dos palomas la acompañaron posadas en el pedestal. Esto fue un milagro ante los ojos de quienes lo presenciaron, ya que las palomas no abandonaron el pedestal en ningún momento del trayecto.
La estrella a sus pies puede que haga alusión a la Virgen como mujer del Apocalipsis. Es también común el detalle de que María aparezca descalza, como signo de respeto del lugar sagrado.
En otras imágenes actuales se representa a la Virgen de Fátima mostrando su Sagrado Corazón. El motivo de esta nueva iconografía surge de otra visión que tuvo sor Lucía en 1925, en su celda del convento, donde explica que la Virgen le mostró su corazón, rodeado de espinas. María le explicó que este sufría por la ingratitud de los hombres pecadores, y que para desagraviar había que rezar el rosario meditando los misterios, comulgar y confesarse. Sor Lucía entendió esta aparición como la inauguración de una nueva devoción al Inmaculado Corazón de María, la cual ya había anunciado en las primeras apariciones, en 1917: «Has visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Es para salvarlos, por lo que Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón». Desde entonces, san Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco han oficiado continuas consagraciones del mundo y de los sacerdotes al Inmaculado Corazón en presencia de la Virgen de Fátima, siendo la última la consagración de Rusia y Ucrania.
Generalmente se representa a la Virgen con vestiduras blancas y el rosario colgando de sus manos, ya que la primera descripción de los pastorcillos tras la primera aparición fue «una luz blanca en los árboles» y, al acercarse, «vieron una mujer vestida de blanco con un rosario en las manos». Sin embargo, existe una variación: el icono de Fátima. Se trata de una imagen de esta misma Virgen traducida a la estética del icono. Esta habita el santuario de Fátima, en Rusia. Poco antes de morir, sor Lucía dio el visto bueno a este icono por el hecho de que la tradición rusa siempre venera a la Virgen en su iconografía.
María presenta en una mano una alusión del Inmaculado Corazón rodeado de espinas a modo de circunferencia, donde pone escrito serdtse, que significa corazón. En la otra mano sostiene el rosario, atributo imperativo en la representación de esta advocación. Este icono es altamente venerado no solo en Rusia, sino en todos los países que formaban la antigua Unión Soviética, y, casualmente, muy especialmente en Ucrania.