Pascal Gollnisch: «El Papa quiere recordar a los cristianos del Líbano su misión»
Las comunidades cristianas en Oriente Medio pueden ser «actores esenciales» en sus países, subraya el director de la asociación L’Oeuvre d’Orient. Esta semana visita Madrid
Justo antes de venir a España, tiene previsto visitar Ucrania. ¿Qué noticias le llegan desde este país?
Algunos colaboradores han estado allí. Para nosotros, realmente es una guerra no simplemente ilegítima y de agresión, sino también de destrucción masiva. Estamos completamente horrorizados por estos hechos. Es una guerra injusta. Es también una guerra espiritual. El Patriarcado de Moscú tiene que pedir al poder público ruso que actúe respetando a la población, como corresponde a un país civilizado. Es inaceptable bombardear sistemáticamente.
También las declaraciones del patriarca son totalmente inaceptables. No se trata de buscar un enfrentamiento con Putin, pero hace falta que tenga más libertad ante el poder. Es dramático porque se está produciendo una ruptura. Si no hay un despertar espiritual de la Iglesia ortodoxa rusa, se creará una gran división en el mundo ortodoxo y tendrá que soportar esa mancha espiritual mucho tiempo.
Sin embargo, me gustaría remarcar que también hay guerras y se viven cosas muy duras en Armenia, amenazada por Azerbaiyán, y en Etiopía, dos países donde hay cristianos orientales.
L’Oeuvre d’Orient apoya a la Iglesia grecocatólica, que tanto sufrió durante la época soviética. ¿Había llegado a recuperarse?
Efectivamente, todos sus obispos menos uno y la mayoría de sacerdotes fueron deportados, y la Iglesia estuvo prohibida [y se forzó su reintegración en la Iglesia ortodoxa rusa, N. d. R.]. Sus templos fueron confiscados, y en general no han sido restituidos. Hoy en día es una Iglesia joven, con un arzobispo mayor y obispos jóvenes, muchos de los cuales fueron formados clandestinamente por sus abuelos o algún sacerdote clandestino. Además, están muy bien formados intelectualmente. Nunca ha tenido ningún compromiso con el poder político, y eso le da una gran credibilidad entre la población.
Es también una Iglesia muy viva, dinámica y al servicio del conjunto de la población. Ahora, se está ocupando de los desplazados en el oeste. Y como también está presente en el centro y el este del país tiene los medios para hacer llegar ayuda, como alimentos y otros productos de primera necesidad, tanto a católicos como a ortodoxos. Por supuesto, también está al lado de los defensores de la nación. Es una Iglesia a la que amamos y admiramos, y que hace un trabajo notable.
Se ha hablado de que la invasión rusa es una amenaza para la Iglesia grecocatólica. ¿Cree que el riesgo es real?
Sí, por supuesto. Tanto la Iglesia grecocatólica como la Iglesia ortodoxa ucraniana, que es autónoma y no ha querido estar ligada con el Patriarcado de Moscú, corren ese riesgo dentro de la lógica de esta guerra. No sabemos a qué punto se va a llegar, pero si la perspectiva finalmente es quitarles la identidad a los ucranianos, suprimir Ucrania por razones de religión o nacionales, y que simplemente sean una región rusa, es una actitud genocida. Aunque no sepamos realmente los motivos de esta guerra irracional, es una hipótesis que debemos tener en cuenta.
Cambiando de región, ¿qué lugar ocupan las comunidades cristianas dentro de la complejísima realidad geopolítica de Oriente Medio?
Hablamos de comunidades dentro de poblaciones mayoritariamente musulmanas. En el Líbano se da el grupo más grande de cristianos. En Egipto representan un 10 % de la población, y en lugares como Palestina y Jordania son mucho más pequeñas. En contraste, a principios del siglo XX representaban el 30 % o 40 % de la población.
Eso sí, sSon minorías muy activas, que pueden hacer mucho: promueven la libertad para que haya más derechos, están formadas, tienen apertura mental… Eso es a lo que aspiran también muchos musulmanes, que buscan que sus países progresen en muchos ámbitos, sobre todo en el de los principios democráticos, que no son solo occidentales. Por eso los cristianos son actores que pueden convertirse en esenciales.
Aun así, no todo es tan sencillo. También hay grupos fundamentalistas anticristianos violentos. No hay que ser inocentes, estos grupos pueden tomar el poder. Todo depende mucho de qué papel juegue la comunidad internacional. Hace falta que se tomen buenas decisiones para ayudar a estos países. Si a Irak le va bien, los cristianos vivirán mejor. Lo mismo en Siria. Son ciudadanos, no se pueden disociar de su propio país.
En el Líbano, el patriarca maronita ha alcanzado bastante relevancia por sus palabras sobre la profunda crisis del país. ¿Podría tener la Iglesia las claves para salir de esta situación?
Las iglesias no tienen la solución. No pueden hacer milagros ante los problemas políticos o económicos. El papel de la jerarquía católica es simplemente mencionar los importantes principios éticos con los que los políticos tienen que comprometerse, como la libertad de expresión o la independencia de los poderes del Estado. También deben formar a los laicos para que ejerzan responsabilidades políticas.
Y es muy importante que transmitan esperanza. Los jóvenes se desesperan porque no ven posibilidades de cambio, piensan que nada puede mejorar. Los comunistas pretendían conocer el sentido de la historia y explicar el futuro, y denominaban a la religión «el opio del pueblo». Por el contrario, las iglesias tienen que transmitir que la historia no está escrita todavía y el futuro está abierto.
¿Qué cree que supondrá la visita del Papa, cuando se produzca?
A Francisco le podemos llamar «el oriental», pues ya ha viajado a Turquía, Tierra Santa, Jordania, Armenia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak… Creo que, como en Irak, va a dirigirse a todos los habitantes del país y decirles: «Sois un pueblo grande que ha sufrido». Ellos necesitaban que una voz internacional les dijera ese tipo de cosas. Pero también que «no podéis quedaros anclados en esta historia dolorosa, porque las nuevas generaciones quieren tener futuro. Tenéis que mirarlo de frente y responder a las cuestiones importantes para vuestra nación».
También el Líbano tiene una historia dolorosa, con la guerra civil, una economía que se está desplomando y la corrupción política. Pero necesitan mirar de frente, tener esperanza y luchar por el futuro del país. Creo que no va a hablarles como si estuvieran en una fortaleza cerrada a la que simplemente puede aportar una ayuda humanitaria. Quiere recordar a los cristianos la misión social que tienen que cumplir, que les pertenece. Precisamente esta misión hace creíble la presencia de cristianos en el Líbano. Bueno… evidentemente, el Papa dirá lo que quiera.
L’Oeuvre d’Orient colabora con el Gobierno francés para sostener colegios católicos en la región. Resulta sorprendente en la laica Francia.
Laicidad significa que el Gobierno, las instituciones públicas, respeten todas las religiones y también el derecho a no tener religión. No es que el Estado sea ateo. El Estado francés, además, se considera especialmente protector de la libertad de culto. Los católicos tienen derecho a recibir atención espiritual en los hospitales públicos, el Ejército y las prisiones. Y el Estado paga el salario de los profesores que están en la enseñanza católica, porque considera que ejercen un servicio social a través de la educación. Como se ve, la laicidad tiene su propia complejidad y es más rica que las caricaturas. Del mismo modo, se considera que en Oriente Medio las escuelas católicas francófonas también ejercen un servicio social: acogen a los cristianos pero también a alumnos musulmanes, a chicos y chicas (algo no siempre evidente), ricos, pobres e incluso muy pobres. Y dentro de unos años, esos alumnos cristianos y musulmanes que se han educado juntos pueden ser importantes para el éxito del país. Se da mucha importancia a la cultura francófona humanística como vehículo para la transmisión de valores que comparte el Estado. Desde L’Oeuvre d’Orient nos dirigimos a los responsables políticos para que sepan lo que hacemos, y los diplomáticos las visitan. Y el presidente Macron ha querido colaborar con nosotros creando ese fondo.
¿Esperan algo similar en España?
Sois los españoles los que debéis decidir cómo relacionaros con los cristianos de Oriente Medio. Pero nos gustaría que en España se diera importancia a este tema. Tenéis una historia muy ligada a América Latina. Pero también la ha marcado la presencia musulmana. En vuestro país puede surgir el interés por estas comunidades cristianas que actúan en Oriente Medio para que en sus países haya evoluciones positivas. Tengo la convicción de que muchos españoles están pasando a la acción.
Muchos refugiados cristianos siguen sin volver a Siria e Irak. ¿Es realista seguir esperando que ocurra?
Aunque hay cristianos que han abandonado esos países, otros se han quedado: hay patriarcas, un cardenal, obispos, párrocos, colegios, hospitales, monasterios, y aún existe vida cristiana. Hay que tomar en consideración a esas personas que quieren quedarse. Y algunos han vuelto, aunque es verdad que no son muchos. En Irak ahora mismo no hay Gobierno. Es complicado aplicar el derecho, y las libertades fundamentales no progresan. En Siria aún no ha acabado la guerra civil, hay tensiones con los kurdos, los islamistas aún dan problemas. La mayoría de ciudades están destruidas. Y con el problema de Ucrania, no sabemos muy bien cuál será su futuro. Está claro que, así, quienes han dejado esos países no tendrán ganas de volver. Pero pienso que sí es posible que se reconstruya y se progrese en los derechos. Quizá lo veremos nosotros, quizá no. ¿Quién sabe lo que va a pasar dentro de 30 o 50 años? La historia no nos pertenece.
El 5 de mayo, a las 19:00 horas, en la Casa Árabe de Madrid (Alcalá, 62), Pascal Gollnisch profundizará sobre la Geopolítica de los cristianos de Oriente. El momento actual. El objetivo del acto es dar a conocer en España L’Oeuvre d’Orient, con 166 años de experiencia, y preparar su lanzamiento en nuestro país.