Christòs voskrés! ¡Cristo ha resucitado! - Alfa y Omega

Christòs voskrés! ¡Cristo ha resucitado!

El Señor resucita hoy de nuevo, en medio de los problemas y dificultades, y la muerte nunca va a tener la última palabra

Alfa y Omega

«Christòs voskrés! (¡Cristo ha resucitado!)». Esta frase del Papa en ucraniano resonó con especial fuerza durante la Vigilia Pascual en la basílica de San Pedro. Lo hizo, en primer lugar, porque se la estaba diciendo a los ojos, con gran seguridad, a una delegación de parlamentos ucranianos presentes en la celebración «en esta oscuridad que ustedes viven». Y, en segundo lugar, porque no es sino la afirmación de que el Señor resucita hoy de nuevo, en medio de los problemas y dificultades que asolan al mundo, y de que la muerte nunca va a tener la última palabra.

Como reconoció el propio Francisco en la tradicional bendición urbi et orbi del Domingo de Resurrección, quizá «nuestras miradas son incrédulas en esta Pascua de guerra», «hemos visto demasiada sangre y violencia», y, quizá por ello, «nuestros corazones se llenaron de miedo y angustia» y nos cuesta creer en la Resurrección. El problema, advirtió el Pontífice, es que entre los hombres pervive «el espíritu de Caín, que mira a Abel no como a un hermano, sino como a un rival», en vez del espíritu del Resucitado, con su «victoria del amor».

Hoy hace falta gente que deje entrar al Resucitado en su corazón y que pida con «voz potente» la paz. Es urgente en Ucrania, a quien el Sucesor de Pedro dedicó parte del mensaje, pero también en lugares como Siria, Irak, Líbano, Libia, Tierra Santa, Myanmar o Afganistán, en regiones golpeadas por el terrorismo y el hambre como el Sahel, o en los países de Iberoamérica que han visto empeorar sus «condiciones sociales» durante la pandemia.

Los primeros que no podemos mirar hacia otro lado somos los creyentes porque, tal y como señaló Francisco durante el Regina caeli del lunes de Pascua, el Señor es quien «puede decirnos de forma más convincente» ese «no tengan miedo» y nos lanza al mundo. Nuestra alegría «se fortalece al darla, se multiplica al compartirla». No la guardemos para nosotros mismos.

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