La Iglesia británica condena las deportaciones de solicitantes de asilo a Ruanda - Alfa y Omega

La Iglesia británica condena las deportaciones de solicitantes de asilo a Ruanda

El cardenal Nichols reclama a Boris Johnson medidas que respeten la dignidad humana

Ángeles Conde Mir
Foto: www.cbcew.org.uk.

Los arzobispos de la Iglesia católica británica y de la Iglesia anglicana han coincidido en criticar en sus homilías de Pascua la medida del ejecutivo de Boris Johnson que prevé deportar a Ruanda a cientos de solicitantes de asilo en Reino Unido. Es el nuevo plan migratorio del gobierno británico por el que se enviarán automáticamente a Ruanda a aquellos solicitantes de asilo que, desde el 1 de enero de este año, hayan llegado al país a través del Canal de la Mancha. Se priorizará a aquellos hombres sin cargas familiares que hayan recalado en Reino Unido, pero aún se desconoce si contemplará además enviar a mujeres, niños, ancianos o enfermos. El acuerdo suscrito entre Reino Unido y Ruanda tiene una validez de cinco años y reportará importantes beneficios a este país africano que recibirá unos 144 millones de euros anuales de parte del gobierno británico más una cantidad por cada inmigrante acogido. El gobierno de Ruanda permitirá que los deportados soliciten asilo en su país, les ofrecerá el derecho a la protección total bajo la ley de Ruanda e igualdad de acceso al empleo, así como atención médica y social según el acuerdo marco suscrito con el ejecutivo de Johnson. En 2021, un total de 28.526 personas llegaron al Reino Unido ilegalmente por el Canal de la Mancha.

Compasión y respeto

En su homilía de Pascua en la catedral de Westminster, el cardenal Vincent Nichols recordó que son las guerras y la pobreza las que han provocado el éxodo de millones de personas en el mundo, «personas que se mueven por la faz de la tierra huyendo de la violencia, de la miseria y del cambio climático»: «Los vemos explotados por traficantes de seres humanos, una esclavitud moderna que se ha de perseguir». El purpurado insistió en que, pese a que los recursos sean limitados, es necesario buscar soluciones «con compasión y con respeto por la dignidad innata a todo ser humano. El anuncio de esta semana sencillamente carece de estos dos requisitos».

Por su parte, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, apuntó a las «serias implicaciones éticas» de enviar a los solicitantes de asilo a Ruanda. Destacó que tal medida no es propia de un país conformado por valores cristianos porque «derivar nuestras responsabilidades, aunque sea a un país que busca hacer las cosas bien como Ruanda, es lo opuesto a la naturaleza de nuestro Dios que cargó con nuestros fracasos». Criticó asimismo la discriminación que genera esta política migratoria que se ceba con los más vulnerables.

«Cobarde desprecio por la humanidad y la dignidad»

Cuando el primer ministro Boris Johnson presentó este acuerdo con Ruanda insistió en que era una medida «humana y compasiva» que «con el tiempo demostraría ser un elemento disuasorio» para contrarrestar el tráfico de personas de personas. «No podemos sostener un sistema ilegal paralelo. Nuestra compasión puede ser infinita, pero nuestra capacidad para ayudar a las personas no lo es», concluyó.

La deportación que plantea el gobierno británico ha sido criticada por políticos de todos los partidos y más de 160 organizaciones no gubernamentales como el Servicio Jesuita a los Refugiados de Reino Unido. El JRS, en un duro comunicado, define la propuesta del gobierno como un «cobarde desprecio por la humanidad y la dignidad» que no muestra «ni un gramo de compasión»: «Estos planes buscan cortar las rutas para que los refugiados encuentren refugio y se establezcan en el Reino Unido».

Desde esta organización jesuita además critican fuertemente que el gobierno plantee desplegar la Royal Navy contra los refugiados y migrantes que intenten llegar a Reino Unido a través del Canal de la Mancha o que el ejecutivo de Johnson esté impulsando una legislación «cuyo objetivo principal es castigar a los refugiados por las realidades de la migración forzada». Unas leyes, lamenta el JRS, que promueven «la guetización» de los solicitantes de asilo evitando la integración de los migrantes en la sociedad: «Como cristianos, debemos estar horrorizados por esta ausencia de humanidad».