El cardenal Konrad Krajewski está ya en Kiev tras haber partido el domingo de Ramos desde Roma. El limosnero apostólico ha conducido durante más de 2.300 kilómetros para llevar hasta Ucrania la segunda de las ambulancias donadas por el Papa Francisco al pueblo ucraniano. El destino del vehículo ha sido el hospital cardiológico de la capital, el más grande e importante de Ucrania, que está recibiendo multitud de enfermos y heridos de la parte este del país donde los ataques rusos también se han cebado con los centros hospitalarios. En declaraciones a los medios vaticanos, el limosnero ha explicado que el director y el personal del hospital han recibido muy agradecidos la donación del Santo Padre. El purpurado ha confesado a Vatican News que ha quedado muy impresionado por lo que le han contado los profesionales de este centro. El director del hospital ha explicado al limosnero que en ese centro han actuado siempre como el buen samaritano de tal suerte que, no solo han atendido a civiles y militares ucranianos heridos, sino que también han asistido a militares rusos heridos en combate. «A pesar de la amargura en el corazón y de los sentimientos encontrados, esto significa ser médico, samaritano y ser humano», ha contado el director del hospital al cardenal Krajewski quien, a su vez, ha reconocido que estas palabras le han parecido «puro Evangelio». «Ha valido la pena viajar miles de kilómetros para escuchar a este médico. Ha sido para mí una auténtica homilía», ha confesado el enviado de Francisco.
Krajewski, por tercera vez en Ucrania, ha asegurado que esta ambulancia representa el beso simbólico del Papa a los pies del pueblo ucraniano. Ahora el cardenal Krajewski permanecerá hasta el domingo de Resurrección en Ucrania para celebrar el Triduo Pascual con las comunidades cristianas. Este es el segundo objetivo de este viaje del limosnero, hacer presente al Papa durante la Semana Santa en medio de quienes más están sufriendo. Mañana, Viernes Santo, acompañará al nuncio en la celebración del vía crucis «de manera privada» en los lugares donde se pueden encontrar «los signos más profundos de la guerra, hasta los cuerpos de personas sin vida».
Es sobrecogedor estar aquí
En estos 50 días de agresión rusa, la Iglesia no ha abandonado ni abandona a los ucranianos. También ha viajado hasta el país el prepósito general de los Carmelitas descalzos, el español Miguel Márquez Calle, para celebrar allí el Triduo Pascual con los carmelitas que siguen resistiendo. El prepósito visitó primero a las carmelitas de Cracovia que han acogido a la comunidad de Kiev. A continuación, viajó hasta el convento de Przemysl en la frontera con Ucrania. El mismo prepósito está explicando cómo transcurre su viaje en la página de Facebook de la Curia Carmelita: «Llegamos a la frontera y atravesamos a pie. Se quedan Piotr y Paweł del lado polaco. Encontramos antes de la frontera multitud de ONG de todo el mundo para dar apoyo y soporte a los que vienen del lado ucraniano. Alimentos, ropa, etc. Encontramos un grupo de españoles jóvenes que se han venido por su cuenta de Cádiz, Málaga, Barcelona… y han colocado su tienda en el corredor de entrada con otra multitud de organizaciones. Nos preguntan si vamos a celebrar los oficios en la frontera porque desearían vivir estos días la Semana Santa. Pasamos Paweł y yo relativamente fácil la frontera polaca y ucraniana. Mucha gente del lado ucraniano esperando para pasar a Polonia. Muchas familias y niños. Nos espera del otro lado Rafał Myszkowski que ha hecho un camino de siete horas para venir a recogernos».
Este jueves ha recalado en Berdichev, a unos 30 kilómetros de Zhytómyr, donde ha sido recibido por la comunidad carmelita de la ciudad. Así lo relata: «Nos recibe toda la comunidad de hermanos. Hago visita al Santuario, a nuestra Madre del Carmen. Comemos un plato típico ucraniano. Charlamos animadamente. Dentro de un rato, a las 6, tendremos la celebración de La Cena del Señor. Es sobrecogedor estar aquí y ver la alegría y la viveza de los hermanos».