«Los delitos de odio en Europa son un paseo por el infierno»
La eurodiputada Maite Pagazaurtundúa actualiza con sonidos y vídeos su Cartografía del odio. Su trabajo servirá para que el Parlamento Europeo considere estos incidentes delitos transnacionales
«El odio en todas partes suena siempre igual, sea del origen que sea y lo cometa quien lo cometa», afirma la eurodiputada Maite Pagazaurtundúa, que acaba de presentar la web de Cartografía del odio, el estudio en el que recoge los incidentes motivados por la intolerancia en seis países europeos, entre ellos España.
La nueva web incorpora un contenido particularmente impactante: sonidos y vídeos de agresiones, acosos, amenazas y acciones violentas cometidas desde todo tipo de motivaciones, pero siempre teniendo como componente fundamental el odio al otro. «Esto va a permitir ver no solo números, sino personas atacadas en su dignidad», dice Pagazaurtundúa, para la que este trabajo ha supuesto «un paseo por el infierno».
Su particular cartografía incluye episodios como el de un niño magrebí de 3 años que, al ir a comprar un helado, se acercó a un cochecito infantil para ver a un bebé y el padre le dio tal patada que lo lanzó por el aire varios metros. También está el lacerante asesinato de tres adolescentes gitanas quemadas vivas en una caravana, o varios asesinatos de personas a las que mataron por el mero hecho de convertirse al cristianismo. «Ante casos como estos, es imposible no preguntarse el porqué de tanta hostilidad», afirma la eurodiputada, reconociendo al mismo tiempo que, en la recogida de datos, «mi equipo y yo lo hemos pasado bastante mal. No acertábamos a entender cómo un ser humano puede llegar a hacer tanto daño a personas indefensas».
Por eso, el propósito de Cartografía del odio es «salvar del anonimato estos casos para suscitar en la sociedad un impacto ético». Pero, además, la divulgación de este trabajo está suscitando reacciones a otros niveles. Por ejemplo, la Comisión Europea ha propuesto al Parlamento Europeo incluir la incitación al odio y los delitos resultantes en la lista de delitos de la Unión Europea como delitos transnacionales, por haber experimentado un fuerte aumento en toda Europa. De este modo se crearía en este campo una normativa común, ya que en la actualidad no todos los países europeos tienen tipificado como delitos de odio hechos de este tipo.
«Es un tema que preocupa cada vez más a la sociedad», señala la española, para quien «los policías están demandando buenos protocolos para operar bien en este campo, y lo mismo están pidiendo los jueces en toda Europa».
Supermercado de derechos
Para Maite Pagazaurtundúa, el límite entre la libertad de expresión y el delito de odio «es a veces muy fino», sobre todo en este momento histórico en el que todo tipo de contenidos se difunden con inusitada rapidez a través de las redes sociales, «que son autopistas para lo bueno, y también para lo malo». Por este motivo, «hay que ser muy precisos, y afinar mucho a nivel jurídico, para evitar que los prejuicios de cualquier tipo avancen en nuestras sociedades».
La eurodiputada lamenta que, en ocasiones haya discursos e incluso acciones violentas «que son justificados, aunque sean una barbaridad». Es lo que denomina «sesgo cognitivo», un fenómeno por el que «algunos hechos nos impactan mucho, pero otros nos dejan fríos e insensibles, aunque sean de naturaleza similar». De este modo, hoy parecemos tener «un supermercado de derechos humanos: coges los que te interesan o los que más te afectan, y los otros los dejas». Esto repercute en delitos que pasan desapercibidos, o hechos que parecen lesivos, pero luego no lo son: «Al final, dependiendo del colectivo con el que te identificas, estás más sensibilizado ante unos hechos que ante otros».
En continuidad con este fenómeno, Pagazaurtundúa destaca lo que llama «delitos fuera del radar», como por ejemplo la aporofobia, el odio a los pobres: «Son casos muy poco detectables. Muchas de las personas sin hogar asumen como algo normal actitudes discriminatorias, y, de hecho, algunas de las torturas físicas más graves y vejatorias se dan en este colectivo». Este triste dato lo comparten «con las personas trans y los que padecen alguna discapacidad», en una tríada de casos «que solo de leerlos se te abren las carnes», reconoce.
Junto a ello, dentro de los incidentes no graves, el ataque a la simbología religiosa «es particularmente intenso», sobre todo en los países donde la implantación pública de una religión conlleva un mayor potencial de incidencias.
«Conozco los discursos de odio»
El interés de Maite Pagazaurtundúa por este tema le viene de lejos, ya antes de que la banda terrorista ETA matara a su hermano Joseba en el año 2003. «Conozco desde pequeña los entornos tóxicos y los discursos de odio, la radicalización violenta hasta el nivel de perseguir a quienes no piensan igual, y cómo eso al final crea una sociedad sometida al terror». Esta experiencia vital «me llevó a comprometerme políticamente, porque en un determinado momento de mi vida pensé: “Esto no puede ser, tengo que hacer algo”».
Así, en los últimos años, en el Parlamento Europeo ha trabajado mucho en cuestiones de terrorismo: «Siempre he pensado: “¿En qué puedo ser más útil?”, y esa pregunta me ha llevado a combatir el hecho de que tras los discursos de hostilidad viene la intolerancia, y luego consecuencias más graves». Además, especialmente en los últimos años, «me he dado cuenta de que los delitos de odio tienen un componente universal».
Con todo, la eurodiputada apunta que la mejor manera de trabajar el odio de motivación social «es formar a los niños y niñas como seres humanos que respetan la dignidad humana del resto», de modo que «entiendan y respeten el pluralismo de nuestras sociedades abiertas y que no se crean más que nadie por ningún motivo».