Mery, Anabel y Ota son tres amigas actrices, conocidas por su trayectoria tanto en teatro —La Cubana— como en televisión —Homo Zapping—… que presentan su espectáculo en Madrid. Todo comienza con unos monólogos clásicos y se desarrolla como es habitual hasta que la sorpresa y el cambio del eje trazado inicialmente, engancha al espectador.
Anécdotas propias seguro, pequeñas morcillas de improvisación, alguna burrada de esas que hacen historia y mucho cuento y complicidad. Las tres se suben al escenario, cuentan tu vida, exageran historias dándoles vidilla y crean un entorno de tú a tú con 200 personas que se lo pasan en grande oyéndolas hablar. Vamos, lo que es la esencia del monólogo cómico bien estructurado.
Por eso los monólogos funcionan, y en ellos salirse de espacio al uso es algo que también resulta. En estas confesiones, las actrices quieren aportar algo más y nos descubren una nueva pared del teatro, la quinta, que es la que da al backstage. Porque en el camerino es donde se suelen confesar las cuestiones más profundas… se supone.
Sin embargo estamos ante una comedia y aparentemente la profundidad de los pensamientos más íntimos de las protagonistas se queda en la superficie; sexo, hombres, preocupación por la decadencia física, y de nuevo hombres y sexo. Pero esta demostración de lo que hoy se supone «típico comportamiento social de las mujeres mayores de 30», esconde una muestra antropológica de la sociedad femenina actual que da que pensar. Soledad, desencanto, falta de ilusión, amargura e indiferencia ante lo que ofrece la vida a la mujer, todo ello a ritmo de aplauso y carcajada, y envuelto en eso que esas mujeres creen que ya es lo único que les queda, las amigas.
Para analizar los cómo y los porqués tendríamos que pasar a otro género teatral, y lo más seguro es que nos enfrentáramos a un dramón de gran calibre, donde el deseo de amor se confundiría con el de sexo, la entrega y el servicio, con el dinero y el poder, y la lucha de la mujer por posicionarse, con la falta de género femenino que quedaría reducido a tener cuerpo de mujer, pero lógica de hombre… Por eso, salir de Confesiones de mujeres de 30 sin preguntarse cómo hemos llegado a esto, sería casi un delito.
Meritxel Huertas, Anabel Totusaus y Ota Vallés te dejan ahí, en la puerta del teatro, con la sonrisa puesta y pensando: Nos acaban de dar palos a manta y sin que nos diéramos cuenta… pero qué bien me lo he pasado ¡oye!
★★★☆☆
Calle Jorge Juan 42
Goya
OBRA FINALIZADA