La Paloma, año dos - Alfa y Omega

La Paloma, año dos

Un año después de la explosión de un edificio de Virgen de la Paloma y San Pedro el Real es tiempo de mirar hacia delante: hay que reconstruir el edificio de «piedras vivas» y esclarecer la verdad de lo que pasó

Begoña Aragoneses
El acceso al complejo parroquial por la calle Toledo está actualmente clausurado. A la derecha: Calendario en una pared que quedó en pie junto a una estampa de la Virgen. Fotos: Begoña Aragoneses.

«Aquí estaba el sofá, donde nos sentábamos a ver la tele». «Esta era la habitación de Rubén». «La cocina, el baño, las salas…». Mientras recorremos el edificio siniestrado que albergaba el complejo parroquial de La Paloma, un año después de que volara por los aires, Gabriel Benedicto, el párroco, va relatando el suceso que dio un vuelco a la vida de la parroquia. «Matías –continúa Gabriel refiriéndose al sacerdote superviviente– estaba comiendo aquí en el momento la explosión». Un calendario, aún colgado en la única pared que se mantiene en pie en la quinta planta, es el recuerdo permanente de que el tiempo se detuvo aquel 20 de enero de 2021. Todo el edificio es, en realidad, memoria de ese tiempo congelado. Pero en medio de la desolación, la imagen de María permanece casi en cada planta. Un icono en un tabique, una estampa, los restos de un fresco…

La misma Madre que, como una Soledad en su advocación de La Paloma, ha acompañado al pueblo de Madrid desde finales del siglo XVIII, y que ahora se puede venerar de nuevo en la calle en un mosaico bendecido el pasado mes de mayo. Fue este un momento de unidad parroquial, que ha sido la nota característica de este año. «El sufrimiento nos ha unido», compartido con las familias de las cuatro víctimas mortales: además del sacerdote Rubén Pérez Ayala, el feligrés David Santos, Javier Gandía y Stefco Ivanov. «Los familiares retoman la vida –se refiere Gabriel a los padres de Rubén y a la esposa de David, Sara–, abrazando con dolor lo ordinario». «La fe no nos evita el sufrimiento, pero sí nos permite abrazar lo bueno». Como tantos momentos de unidad vividos este año: el entierro de Rubén y David, en el que se hizo patente el «amaos unos a otros» de Jesucristo. La reapertura del templo tras «dos meses de silencio», justo el día de san José –«le cogí mucho cariño»–. O la Pascua, sabiendo que «en medio de las tinieblas ha brillado la luz de Cristo Resucitado».

En la quinta planta había una vivienda para curas y un apartamento para misioneros en torno a un patio de luces. Foto: Begoña Aragoneses.

Un edificio de piedras vivas

«Ahora estamos cerrando el luto con el aniversario» y es tiempo de mirar con ilusión y esperanza hacia delante. Tiempo para volver a poner en marcha un edificio en el que «estaba el corazón que bombeaba sangre a la parroquia». Cáritas, refuerzo escolar, catequesis, la pastoral de la soledad, jóvenes que iban allí a estudiar, fiestas de Nochevieja, las vigilias de la Virgen de la Paloma en agosto, grupo de música, reuniones de vecinos, encuentros de la Congregación de La Paloma, Vida Ascendente… «Ya nos faltaban salas». Más las celebraciones de la Palabra y las Eucaristías de las 18 comunidades del Camino Neocatecumenal, que ahora viven su fe acogidas en cinco parroquias. Entre esas paredes que ya no existen «se ha construido desde hace muchos años un hombre nuevo, que tiene que ser otro Cristo que refleje el rostro del Padre en el mundo». De ella han salido 20 vocaciones al sacerdocio, más siete que actualmente se fraguan en el seminario. En ella caminan 250 familias con 1.000 hijos, «un oasis en medio de Madrid». Pero para transmitir la fe «se necesita un espacio catequético que ahora no tenemos». La parroquia solo podrá contar con fondos propios para reconstruirlo, pero Gabriel se muestra esperanzado con las donaciones: «El Señor tocará los corazones».

En paralelo, seguirán las investigaciones sobre un suceso del que, sostiene, se desconoce toda la verdad. Con el archivo de la causa un mes después del suceso no quedó esclarecido por qué se desprendió el tubo de la acometida que ocasionó la fuga de gas. «Quedan muchos cabos sueltos», explica Jesús Moreno, presidente de la recién creada Asociación de Amigos de las Víctimas de la Explosión de Gas de la Calle Toledo (Avegast). La entidad ha nacido con el fin de mantener viva la memoria de los fallecidos y continuar ahondando en la verdad, ya que la explosión «fue un accidente», pero «pensamos que no fortuito». Avegast, formada por familiares, amigos y también personas ajenas a las víctimas, promoverá asimismo cambios legislativos para mejorar la seguridad de las conducciones de gas.

Recuerdo y homenaje

MIÉRCOLES 19

Concierto
Los actos conmemorativos arrancaron con un concierto de música clásica, organizado por los miembros de Avegast, que tuvo lugar en la parroquia de La Paloma. La interpretación corrió a cargo de la Coral San Viator.

JUEVES 20

14:45 horas. Rosario
Se rezará el rosario por los difuntos y familiares a la hora en la que se produjo la explosión, ante el mosaico de la Virgen de la Paloma, en la calle. «Va a ser un día difícil para los familiares –reconoce el párroco–; pediremos que la Soledad los acompañe en esa soledad y que los acaricie como una Madre».

15:30 horas. Misa
Eucaristía en el templo de La Paloma, organizada por el colegio La Salle, colindante con la parroquia, y presidida por el párroco.

20:00 horas. Eucaristía solemne
El cardenal Osoro preside en la catedral de la Almudena una Eucaristía solemne en memoria de las víctimas. Podrá seguirse en directo por el canal de YouTube del Arzobispado.

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